Que si era una final adelantada, rumoraron. Pero del dicho al hecho… siempre hay que esperar la realidad. Y así fue. Lo dijeron y se cumplió.
Anoche, la fiesta de la semifinal entre albos y emplumados fue de altos quilates. Que si bien los “negronaranjas” siempre dicen que son la mitad más uno… pero como era lógico, anoche no se cumplió. Los albos coparon el Cusca, y lo hicieron vestir de blanco en un casi lleno de la popular.
El estadio en sí vivió sus galas desde las horas previas. Cientos de aliancistas poblaron los parqueos, los alrededores, las taquillas. El blanco fue una sinfonía de principio hasta que el central, Elmer Bonilla, dijo no más.
Los del nido, a quienes ahora sí les cantaron señalándolos como “no somos como los put… de San Miguel”, poblaron su sector asignado, y alentaron todo lo que pudieron, sin importar el largo viaje de regreso a casa.
No faltaron los dimes y diretes entre barras, los “te espero en el Barraza”, el domingo. Pero la fiesta fue en las gradas. Limpias. A viva voz. En una noche de recuerdo, que solo selló el primer round de la serie, que por barra la ganó Alianza.