Pocos imaginaban una final entre los equipos migueleños cuando comenzó el torneo. Había equipos que se habían armado mejor, con mayor presupuesto y nombres más rutilantes para el medio local. El campeón Alianza y Santa Tecla amenazaban con pelear la corona del Clausura: ambos se quedaron en semifinales. El propio FAS quería revancha tras una final fallida; no le alcanzó el gas ni para llegar a cuartos. Los de Oriente, en silencio, se quedaron con todo. Solo falta definir que vecino es el más feliz.
Llegaron dos de los equipos que apostaron por la continuidad; no es casualidad. Omar Sevilla, con su particular estilo, está a punto de cerrar su segundo torneo seguido como entrenador de los mitológicos, toda una rareza por este fútbol. Ramón Sánchez, después de su corta experiencia como entrenador de la Selección de juveniles -cuyo desenlace aún hoy no está del todo claro- llegó al Águila con un proyecto serio y a largo plazo. Hoy es merecido finalista, quizás antes de lo imaginado.
Si nadie se la jugaba por una final migueleña, menos todavía habrían apostado por un Dragón finalista. El equipo mitológico buscará la hazaña de una corona después de 63 años. Sería la tercera de su historia. Enfrente el poderoso de la ciudad, con 15 coronas en sus vitrinas y un título que se le niega hace 4 años. El primero se basa en la garra y la solidaridad; el otro en el buen juego asociado y dos goleadores de raza. Bienvenidos a la fiesta de San Miguel, esta vez en el Cuscatlán.