CD Dragón, más Wigan que Leicester

¿Tiene sentido comparar a los migueleños con el sorprendente campeón de la Premier League?

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Blas Lizama del Dragón celebra con Alan Murialdo el pase a la final de la LMF.

/ Foto Por Marlon Hernández

Por Claudio Martínez | Twitter: @martinezchino

2016-05-23 4:24:00

La épica clasificación del Dragón a la final del fútbol salvadoreño, inesperada para la gran mayoría, ha despertado cierta simpatía en las aficiones neutrales. Incluso, más de uno se ha atrevido a compararlo con el Leicester City, el todavía más inesperado campeón de la Premier League inglesa. 

¿Tiene sentido la comparación? En mi opinión, no… Si bien son dos equipos modestos que reniegan de la pelota y prefieren el campo abierto para contragolpear, el paralelismo no alcanza para más. Leicester fue el equipo #18 en el rubro mayor posesión del balón entre los 20 equipos de Inglaterra. Aquí en El Salvador no hay registros de esos datos, pero Dragón debe estar entre el #11 y #12. Hasta ahí llega la comparación. Nada más. 

Aún si el Dragón saliera campeón, contra todo pronóstico, estaría lejos de emular la hazaña del equipo de Claudio Ranieri. Sería un logro notable, por supuesto, pero de ninguna manera para compararse con lo otro. ¿Por qué? Porque el Leicester obtuvo el título derrotando a equipos infinitamente superiores en cuanto a fichajes y presupuestos. Las diferencias entre la elite y el resto están muy marcadas en la Premier, no tanto como en España, pero sí lo suficiente como separarlos por “clases sociales”. Es cierto que Leicester tiene un presupuesto de 70 millones de dólares, unas 80 veces más que cualquier club salvadoreño, pero sus rivales son gigantes. De hecho solo tres equipos contaron con menos dinero para armar la plantilla. Puede parecer mucho 70 millones, pero lo mismo que utiliza el club para mantenerse en 12 meses es lo que gastó el Manchester City en comprar el pase de Raheem Steerlig al Liverpool.

En el caso del Dragón también es evidente su modestia y sus escasos recursos, pero no es comparable porque muchos de los equipos adversarios están igual o peor. Y aquellos que le superan en presupuesto, que lógicamente los hay, tampoco lo hacen por una diferencia escandalosa. 

Pero acaso la diferencia más grande entre Leicester y Dragón pase por el formato de competencia. El gran mérito del equipo inglés fue llegar primero –y con 9 puntos de ventaja- en un torneo de 38 fechas. Cuando todos esperaban que el equipo se desplomara al sentir la presión del liderato y la exigencia de una plantilla sin jugadores de renombre y con poco recambio, nada de eso ocurrió. Se mantuvo más fuerte que nunca y dio cátedra de cómo jugar de contraataque en escenarios complicados como Stanford Bridge, Anfield, Etihad Stadium y Old Trafford. 

Con el sistema de fútbol salvadoreño, las posibilidades de sorpresa son más amplias. Al Dragón le bastó quedar sexto –incluso se dio el lujo de perder el último juego a propósito para evitar al Alianza- en la fase regular para clasificar. Igual lo hubiera hecho si acababa octavo entre doce. Y luego superó dos eliminatorias, ante Juventud y Santa Tecla, con lo justo. Es cierto, en ninguna de las dos era favorito y además tenía la ventaja deportiva en contra, porque méritos no hay que restarle.

La llegada del Dragón a la final la comparo más con aquellos equipos modestos que a base de mucho trabajo, calendario y viento a favor logran meterse en una final de copa, como el caso reciente del Crystal Palace, que logró jugar la final de la FA Cup contra el Manchester United (perdió 2-1) en Wembley. Lo mismo pasó con el Aston Villa en 2015 o Hull City en 2014, ambos derrotados por el Arsenal. O, mejor todavía, el caso del Wigan, que en 2013 se alzó con ese trofeo al superar 1-0 al poderoso Manchester City con un agónico gol de Watson al 90’ + 1.