El Real Madrid acaricia el pleno en sus finales

NOTA Y VIDEO - El conjunto merengue no pierde una final desde que el prestigioso torneo continental europeo se llama UEFA Champions League

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Foto Por edhdep

Por EFE

2016-05-25 5:24:00

eal Madrid disputará ante el Atlético de Madrid su decimocuarta final de la Copa de Europa, una competición con la que guarda un idilio especial con historias marcadas por el éxito y las pocas derrotas, en concreto sólo tres en los trece partidos decisivos que ha jugado desde 1956.

Ese es el bagaje total del conjunto blanco, que aspira a ganar su undécima Copa de Europa el próxima sábado frente al Atlético de Madrid, su anterior rival en una final, la de 2014. Aquella fue el último ejemplo en el que los blancos alzaron la “orejona”, con un gol milagroso de Sergio Ramos que provocó una prórroga. El resultado final: 4-1.

Pero antes hubo otros marcadores. Casi todos favorables con algún pequeño bache. El primero de todos, en 1962, cuando el Real Madrid perdió ante el Benfica de Eusebio. El conjunto portugués logró su doblete a costa de cuadro madridista, que ya entonces sumaba cinco títulos.

Con Miguel Muñoz en el banquillo y con Alfredo Di Stéfano como director de orquesta, el Real Madrid perdió 3-5 en un partido trepidante en el que Ferenc Puskas logró un triplete estéril. Con todo igualado, a falta de veinte minutos, aparecieron Coluna y Eusebio para marcar y evitar la sexta Copa de Europa blanca.

La siguiente decepción llegó solo dos años después y fue un partido grabado en letras de oro para todos los aficionados del Real Madrid: fue el día en el que Alfredo Di Stéfano vistió por última vez la camiseta madridista. Ocurrió un 27 de mayo de 1964 y el Inter de Milán se encargó de acabar con la etapa madridista de la “Saeta Rubia”.

En la escuadra italiana brillaban nombres como Luis Suárez, Corso o Fachetti y entre los tres desquiciaron al Real Madrid, que perdió 1-3. Llegó ir 0-2, Felo recortó distancias con un gol en el minuto 69 y Mazzola, en el 76, sentenció. Desavenencias de Di Stéfano con Miguel Muñoz por la táctica empleada, provocaron la salida del club del jugador madridista. Ahí, se acabó la leyenda.

La tercera derrota en una final la sufrió el “Real Madrid de los García” en 1981. El Liverpool se encargó de frustrar la séptima Copa de Europa blanca con un gol de Alan Kennedy que decantó el partido del lado inglés tras aprovechar un error de Rafael García Cortés tras pegar una patada al aire cuando intentaba despejar un balón.

En aquel equipo figuraban nombres como Vicente Del Bosque, José Antonio Camacho, Laurie Cunningham o Carlos Santillana. Dirigidos por el serbio Vujadin Boskov, no fueron capaces de acabar con el equipo inglés en un partido muy aburrido y casi sin ocasiones que ganó el Liverpool por un detalle.

El resto de finales acabaron en victoria madridista. La primera, en 1956, inició una serie de cinco seguidas irrepetibles. La serie comenzó ante el Stade Reims francés de Raymond Kopa. En el Parque de los Príncipes de París, el Real Madrid de Di Stéfano y Paco Gento ganó 4-3 gracias a un gol de Héctor Rial a diez minutos del final que decantó la balanza. Aquel fue el primer triunfo de unos cuantos.

En 1957 llegó el segundo, esta vez en el estadio Santiago Bernabéu. El rival, el Fiorentina italiano, no pudo con el Real Madrid dirigido por José Villalonga. Después de un camino complicado hasta la final, con sufrimiento frente al Rapid Viena y Manchester United, el Fiorentina plantó cara durante 69 minutos.

Fueron los que necesitó el equipo de Villalonga para marcar. Lo consiguió primero Di Stéfano de penalti y después Gento, con una gran vaselina sobre el portero Sarti. La segunda, se quedó en casa ante 120.000 espectadores.

La de 1958 encumbró a Paco Gento en la prórroga ante el Milán de Schiaffino en un partido muy igualado que acabó 3-2 para el grupo que dirigía el argentino Claudio Carniglia. Tras los noventa minutos de juego, en los que marcaron Schiaffino y Grillo para el Milán y Rial y Di Stéfano para el Real Madrid, en el minuto 107 el extremo merengue se convirtió en el héroe de Heysel.

Un año después, la víctima, por segunda vez, fue el Stade Reims. Aquella edición, sin embargo, estuvo marcada por los tres partidos que necesitó el Real Madrid para eliminar en semifinales al Atlético, que se convirtió en el rival más duro de aquel éxito.

Después de superar aquella dura prueba, el club francés, en el Neckardstadion de Stuttgart, no fue rival para el Real Madrid. Just Fontaine, figura del club galo y que posteriormente marcó 13 goles en el Mundial de aquel año, no pudo evitar una derrota que comenzó con un gol de penalti obra de Mateos en el segundo minuto y otro de Di Stéfano en la segunda parte. Fue la sentencia y la cuarta copa seguida.

En 1960 llegó el colofón de la serie con un partido que pasó a la historia como la mayor exhibición que jamás se ha visto en una final. El 18 de mayo de 1960 ante 127.621 espectadores en Hampden Park de Glasgow, la magia hizo acto de presencia y el Real Madrid ganó 7-3 al Eintracht de Fráncfort con cuatro goles de Puskas y tres de Di Stéfano.

Durante muchos años, en la programación navideña británica, se incluyó ese partido como el ejemplo de la perfección en el fútbol. Sin duda, el estadio Hampden Park de Glasgow, que luego acogería la novena del Real Madrid, se convirtió desde ese día en un lugar mítico para el club madrileño.

Hubo que esperar hasta 1966 para conseguir un nuevo trofeo. Ya sin Di Stéfano, con Puskas apurando su carrera y con Gento como único exponente de la primera generación en el once titular de la final, el Real Madrid denominado “Yé Yé”, ganó 2-1 al Partizan de Belgrado.

Una alineación íntegramente española con Pirri, Velázquez, Amancio, Grosso, Velázquez o el propio Gento, despachó al conjunto Yugoslavo gracias a los decisivos tantos de Amancio y Serena, que remontaron un gol en contra para dar el título a una generación de futbolistas jóvenes que consiguieron un lugar en la historia.

Entre 1966 y 1998 pasaron 32 años, los que necesitó el Real Madrid para volver a disfrutar de un éxito. En el Amsterdam Arena, Pedja Mijatovic se erigió como el héroe gracias a un gol inolvidable al Juventus de Zinedine Zidane. El resultado, corto (1-0), bastó al equipo del alemán Jupp Heynckes para ganar la final y devolver al Real Madrid la grandeza que perdió décadas atrás.

En 2000, de nuevo, y esta vez ante el Valencia y con Vicente Del Bosque en el banquillo, el Real Madrid ganó otro título, el octavo, con un 3-0 incontestable en el que marcaron Raúl González, Steve McManaman y Fernando Morientes. Los tres certificaron un éxito incontestable en una edición en la que, por encima de todo, sobresalió aquella jugada de Fernando Redondo en Old Trafford durante las semifinales. En Manchester, comenzó todo.

La penúltima fue la de Zidane, de la que puede presumir el actual entrenador del Real Madrid. En Glasgow, donde el Real Madrid ganó la de 1963, el actual técnico del conjunto blanco marcó uno de los goles de su vida para dar la victoria a sus compañeros frente al Bayer Leverkusen.

El resultado final, 2-1, con otro gol de Raúl, también estuvo marcado por la actuación de Iker Casillas, que salvó a su equipo de un empate inminente cuando salió al final para sustituir al lesionado César Sánchez. Sus lágrimas al final del duelo, junto a aquella volea estratosférica de Zidane, escribieron otra página en la historia de las finales blancas, que rozan el pleno de perfección con sólo tres derrotas en trece encuentros.

Video tomado de ESPN