¡Hasta siempre campeón!

Un aporte de María Laura Ladino, periodista argentina de boxeo, sobre el más grande: Alí

descripción de la imagen
Foto Por edhdep

Por María Laura Ladino | Twitter: @MLauraLadino | Periodista argentina de boxeo

2016-06-04 4:02:00

Hubo una vez un niño que recibió de sus padres un regalo: una hermosa y brillante bicicleta roja y blanca. Este pequeño de doce años soñaba con pedalear a todo ritmo para conocer cada esquina de su barrio pero un día un ladrón le arrebató todas sus ideas de un tirón. Este jovencito entristecido fue a la policía para denunciar el robo y así conoció a un oficial que le abriría un nuevo mundo de sueños.

Este uniformado irlandés, Joe Martin, le enseñó que cuando una puerta se cierra tarde o temprano se abre una ventana. Entre guantes, vendas, bolsas y cuerdas este niño llamado Cassius Clay encontró un nuevo mundo en donde soñar y triunfar.

“Odié cada minuto de entrenamiento pero dije: No renuncies. Sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón”.

Cassius, a quien un día le robaron su bicicleta es el mismo que en 1960 y tras ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma la arrojó al río luego de que se negaran a atenderlo en un restaurant de Louisville por su color de piel. No soportaba el doble mensaje. Por un lado un campeón. Por otro lado un excluído.

Cassius Clay es el nombre de un esclavo. No lo escogí, no lo quería. Yo soy Mohammed Alí, un hombre libre”.

Polémico en sus declaraciones (fue el quien dijo: “soy joven, hermoso, rápido y nadie me puede vencer”) pero sin nada que discutir arriba del ring logró ganarse el título de ídolo del boxeo mundial. Su velocidad, fuerza, inteligencia y sagacidad marcaron en la historia del boxeo cada hoja que en ella se escriba. Luchó contra el sistema, luchó contra la guerra y luchó contra la pelea más grande que tuvo: El mal de Parkinson.

“La pelea se gana o pierde muy lejos de los testigos, tras las líneas, en el gimnasio y en la carretera, antes de que baile bajo esas luces”.

Alí fue ese que no se rindió, aguantó los golpes de Foreman sostenido desde las cuerdas y con siete golpes logró lo imposible . Es ese que dejó combates inolvidables frente a Frazier. Es ese ídolo de muchos. Es la fuente de inspiración para amateurs, profesionales o simples amantes del deporte de puños. Y digo “es” porque hoy, 4 de junio día en que su alma se fue de esta tierra, está más presente que nunca, en cada cabeza, en cada corazón, en cada rincón de los gimnasios que hoy dejan una lágrima en su despedida.

“No cuentes los días, haz que los días cuenten”.