Así, imposible

Una columna de Fernando Palomo

descripción de la imagen

Aficionados salvadoreños ingresando al estadio.

/ Foto Por Tomás Guevara

Por Fernando Palomo | Twitter: @Palomo_ESPN

2016-06-12 7:47:00

La vida es aquello que pasa entre los partidos de la Eurocopa y los partidos de la Copa América Centenario. Es así. El mundo del fútbol se ha tomado como rehén nuestro mes de Junio. Apenas hay espacio para lo que, en un mundo sin pelota, tendría que ser esencial: dormir y comer, en ese orden de prioridades.

Más complicado es cuando los partidos en Estados Unidos son en horario en el que en Europa, tendría que dormir. Mi caso. Por esto es que la Copa América será, seguramente, la primera después de mucho tiempo, que vea por periódico, o para ir de la mano de la era digital, por computadora, laptoptablet o celular.

En El Salvador, la vida es lo que transcurre mientras otros países disfrutan de ver a sus selecciones jugando fútbol. Este tipo de fútbol lo vemos, como ya es costumbre: de lejos. La Euro siempre será así, a menos que una Pangea, Parte II, nos lleve al otro lado y borre el charco. Me refiero a lo lejos que está el deporte más popular del país de aspirar a un nivel de juego, organización y estructura, como el que se expone en ambos torneos. Tampoco es que estas competencias muestren sistemas de juego novedosos.

Es una era, como dice el analista táctico Jonathan Wilson, en la que es muy posible conocer todo lo que sea de fútbol. Salvo el que se juega en Corea del Norte.

La diferencia planteada se refiere a algo más natural que la mera táctica, la dinámica de juego, la velocidad del traslado de la pelota y los movimientos de los jugadores. Lo más cercano a la capacidad atlética y técnica en el deporte. Eso que, ante la ausencia de un sistema educativo que priorice el trabajo deportivo de los niños y jóvenes de nuestro país, será muy difícil de alcanzar. Desde ahí se empiezan a marcar distancias, incluso con los vecinos más cercanos. Costa Rica por ejemplo.

Competitiva en cada partido que disputó en la Copa. Juega al fútbol con esas virtudes, tan básicas para el juego de hoy. Mueve rápido la pelota, se mueve rápido sus jugadores. ¿Puede ser tan difícil pedir que en el silvestre fútbol nacional, se juegue igual?

No tendría que ser así, pero se debe tomar en cuenta que, para que pelota se mueva rápido, debe hacerlo por una superficie sin obstáculos que modifiquen su traslado de un jugador a otro. En un espacio verde, o para no ser muy ambiciosos, cuando menos plano. Ahí la pelota se puede jugar con más fuerza. En la primera división nacional no hay terreno de juego en esas condiciones, en consecuencia, no hay jugador que se atreva a mover la pelota rápido, a tocarla fuerte.

Hacerlo es asumir un riesgo muy grande: perder la pelota. El resultado es un juego lento, sin dinámica. Lejos estamos de pretender que puede competir con el resto la región, algunos instalados en el primer mundo del fútbol. ¿Un Mundial? Así, imposible. Jugadores poco atléticos, juego lento, campos de juego ondulados, mala organización, pésimos estadios. Pero veo las imágenes de lo sucedido en Marsella y pienso que en algo no está el fútbol nacional tan lejano de lo que se ve en los escenarios más importantes del fútbol mundial. La barbarie sigue encontrando en este nuestro fútbol silvestre, un campo fértil. Afuera de las canchas también.