El torneo de copa es una buena idea. Empecemos por ahí, ante las críticas vacías de contenidos que no tardaron en aparecer. Es necesario un segundo torneo en El Salvador así como lo tienen la mayoría de los países futboleros.
La intención de llevar fútbol de primera división a los pueblos donde no está llegando el deporte de elite nacional es una razón de peso. El básquet así lo ha hecho con la excelente idea de la Liga Mayor de Baloncesto y ha destapado una pasión que estaba barrida bajo la alfombra. Pero hay algunos detalles no menores que pueden terminar desluciendo el buen desarrollo de esta copa.
El primero de ellos es arrancar fase de grupos en vez de eliminación directa. Si se trata de generar adrenalina y despertar entusiasmo, un sorteo que empareje a los equipos de Primera con los de Tercera a eliminación es lo indicado. El otro punto que no queda claro es como las categorías elegirán sus representantes (Segunda y Tercera tendrán 10 plazas cada una a repartir entre sus 24 y 40 equipos, respectivamente). Por último, empezar el torneo en 2016 y terminarlo en 2017 no parece ser lo más adecuado. Lo mejor sería reducir la competencia a un semestre. Que los jugadores cambien de equipo es una realidad permanente en este fútbol, potenciada por equipos como Alianza que renueva su plantilla -en general con poco éxito- cada torneo. ¿Qué pasará con los jugadores que cambien camiseta en medio del torneo?
Bienvenida la Copa que se jugará por cuarta vez en este país desde el mes septiembre. A afinar detalles para que sirva de aliciente a un fútbol salvadoreño alicaído.