Tres años, tres finales

Argentina se juega el domingo mucho más que un título de campeón de América

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Messi, quedó a las puertas de la Copa América con Argentina.

/ Foto Por EDH

Por Gustavo Flores | Twitter: @Gusflores21

2016-06-23 8:43:00

Los recuerdos de vueltas olímpicas van envejeciendo en Argentina. El emotivo recuerdo del Mundial 86, hoy en plena efervescencia por los 30 años de aquella gesta de Bilardo, Maradona y compañía  se va difuminando con cada nueva generación de futboleros argentinos. Las Copas América ganadas en el 91 y 93 con Basile en el banco y Batistuta en los goles, remontan al último título de la selección que encabeza hoy el discutible ranking mundial que la FIFA actualiza cada mes. Demasiados años sin ganar nada para un país generador de fútbol e individualidades como pocos.

Messi es, indiscutiblemente, el mejor jugador del mundo desde hace muchos años. Nadie como el para recuperar esa mística ganadora que supo engrandecer la historia de la albiceleste. Ya hizo más goles que nadie con esa camiseta y estuvo cerca de la ansiada vuelta. En el 2014 se frustró en el tiempo extra y en el 2015 en los penales. Curiosamente en las finales que perdió Messi no jugó en su nivel pero Argentina fue superior a sus rivales en cancha. Lo fue ante Alemania en el Maracaná y también contra Chile en el Nacional. No le alcanzó. El “Pipita” Higuaín falló, en ambas ocasiones, chances más que claras y quedó en el colectivo imaginario como “el responsable” de la continuidad de la sequía. Una exageración, claro.

Una generación de jugadores extraordinarios tiene su tercera chance en tres años. Primero con Sabella, el verdadero mentor de este equipo, y luego con Martino en el banco. Romero, Rojo, Biglia, Mascherano, Di María, Agüero, Higuaín tienen estatura propia para levantar una copa en conjunto. Y con Messi mucho más. Da la sensación de que a esta final llega más armado y sólido que a las anteriores. Un juego colectivo firme, una defensa segura, un ataque demoledor, un 1o enchufado. Dominó con claridad absoluta a todos sus rivales en el torneo, Chile incluido. Deberá demostrarlo el domingo, otra vez la prueba de fuego en el último partido.

El fútbol suele ser demasiado generoso con los ganadores y demasiado cruel con los perdedores. Lo dijo hace poco el Cholo Simeone tras perder su segunda final de Champions con un equipo que peleaba el descenso cuando llegó hace cuatro años: “Esto es un fracaso. Nadie se acuerda del segundo”. El golpe si se pierde otra final, la tercera consecutiva, podría ser demasiado grande para una generación de jugadores que está harta de quedarse a las puertas y ver las imágenes Diego y Ruggeri levantando las últimas copas.