Sin Herencia

El jueves falleció uno de los mejores defensores centrales en la historia del fútbol argentino.

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Foto Por edhdep

Por Fernando Palomo | Twitter: @Palomo_ESPN

2016-03-13 5:54:00

El jueves falleció uno de los mejores defensores centrales en la historia del fútbol argentino. Roberto Perfumo, el Mariscal, un amigo de sus amigos. Así lo describen quienes más le conocieron. Perfumo era elegancia. Un defensor férreo, pero sobre todo refinado. Salía jugando porque tocar bien la pelota era requisito para jugar. La elegancia la portó siempre, no había noche de verano que le quitara su bufanda de seda. Tuve la fortuna de cruzarme con Perfumo decenas de veces en los pasillos de ESPN en Buenos Aires. Siempre dispuesto a una charla, interesado por escuchar, era muy platicador. Gran contador de anécdotas.

Mario Kempes jugó con él en el plantel argentino del Mundial de Alemania 1974. Una combinación de jóvenes (Mario tenía 19 años) y una varios veteranos. Perfumo tenía 32 años y ha había jugado en Inglaterra 1966. Mario me cuenta que Perfumo los reunía a los más jóvenes y les hablaba del fútbol que él conocía. Las historias de los equipos en los que jugó o cómo era jugar en Brasil con el Cruzeiro. A Perfumo lo habían aleccionado en cuestiones de historia y de fútbol, otros como Maschio, Raffo o Roma y Varacka. Le heredaron las anécdotas y los códigos. 

En la renovación orgánica de los procesos, el traspaso de experiencias entre los veteranos que se van y los jóvenes que llegan es la herencia generacional. La que se ha perdido en el fútbol de El Salvador. Alguna vez un jugador de la generación del 82 me dijo que el fútbol nacional aún sufre del 10-1 contra. Fuerte argumento. Aquella generación que clasifico al Mundial de España creció con las imágenes de los mundialistas del 70. Con la influencia de su juego y la responsabilidad de seguir sus pasos. Pero por sobre todo,  sabiendo que se pueden buscar grandes objetivos y lograrlos. Sin referencias de afuera que hicieran competencia, el futbol era aquello que se jugaba dentro de nuestras fronteras. 

Cómo Kempes quería ser los jugadores nacionales querían ser como los de acá. Cariota quería ser el Americano y Pipo quería ser Baiza Ruano. El Chele Jorge quería ser el Tabudo y Chencho quería ser el Mágico. Esa transferencia se frenó y no es descabellado creer que el 10-1 tiene mucho que ver. Las generaciones siguientes vieron más cerca la derrota y el temor a pasar la vergüenza. La herencia perdió valor, porque no hay interés en recibir una deuda como legado. La influencia del fútbol de afuera es un factor innegable para el desarraigo de las nuevas generaciones hacia el fútbol nuestro. Como incuestionable es que no hay atractivo en imitar algo que constantemente pierde. Hay muy poco que anime a las nuevas generaciones a mirar hacia lo nuestro. 

Así, la cultura del fútbol nacional desaparecerá poco a poco. Sólo se evita el efecto si los futbolistas de antes dan un paso al frente, cuentan sus historias y los de hoy las valoran. Sólo así se recupera, con el peso de la experiencia, la herencia generacional. El fútbol debe aprender del pasado, para evitar los mismos errores en el futuro. Romper el viciado círculo.