Su infancia transcurrió en un entorno poco gratificante, abatido por numerosos problemas; así fue creciendo con la pelota en los pies, haciendo malabares y cabriolas que entusiasmaban hasta a los más indolentes. En su hogar en la colonia Luz, la velas se habían encendido ante el altar del fútbol, por eso desde tempranos años Jorge González se dedicó a mostrar sin egoísmos sus grandes aptitudes. Indiferente ante los oropeles que brinda el estrellato, nunca fue abatido por las carencias, tampoco lo envaneció la celebridad, llegando a recorrer un camino mucho más allá de su imaginación, que con los años lo llevarían a la privilegiada posición que tienen los elegidos, los admirados. No obstante su anarquía le evitó que tradujera en dólares los dones con que lo prodigó la Madre Naturaleza. Señalado como indisciplinado, sus andanzas han sido relatadas con prolijidad por la prensa, a un público que se ha relamido con ellas, llegando a la cumbre y gozando del afecto de los aficionados porque ha sido como cualquiera de ellos, impredecible, sencillo, sin poses. Jorge González es sin duda, el futbolista más grande que ha dado el redondo salvadoreño, un hombre nacido en la humildad que jamás ha entendido de clases sociales, de invertir para ganar o de guardar para el futuro. Un personaje que después del esplendor volvió a sus orígenes como si nada, y que produjo el fenómeno de trascender a nivel mundial, provocando un suceso que cada día, adquiere nuevos ribetes novelescos.
Nació el 13 de marzo de 1958, el último de ocho hermanos, siete varones y una hembra, que alegraban el hogar de don Óscar González y doña Victoria Barrillas de González. Dichosamente, para el fútbol y para el país, nueve lunas atrás, a doña Toyita no se le ocurrió decir que le dolía la cabeza, pues ya tenía una marimba de seis cipotes y su única niña, Lety, concibiendo así a nuestra máxima figura futbolística.
La piedra angular de aquella dinastía fue Mauricio “Pachín” González, extraordinario jugador que brindó sus mejores faenas con el Atlético Marte y que, por su habilidad, fue bautizado por el periodista Miguelito Álvarez como “El Cipote Travieso”. Mauricio abrió la brecha para que sus hermanos, Arturo, Chepe, Efraín, Miguel, Jesús y Jorge brillaran en las canchas. Jorge, pues, se amamantó de fútbol.
Barrio bohemio
La Colonia Luz ha sido una zona alegre, bohemia y allí en sus baldíos creció Jorge, alegrando a los desocupados, deambulando por sus contornos para convertirse en la atracción de cuanto mascón se organizaba.
Hábil, engañador, espectacular, con su cuerpo de niño burlaba a los mayores, quienes por impotencia hasta lo marcaban violentamente, pero al fallar terminaban convirtiéndose en sus más fieles admiradores. Para entonces, “Pachín” era seleccionado nacional y estrella de los carabineros del Atlético Marte y, muchas veces, cuando le tocaba jugar se hacía acompañar del tierno de la casa. Después llegaría su época en el baby fútbol, militando en el Juventus donde anotaba goles de todos los tamaños; el estadio infantil de la colonia Atlacat y la cancha del Campo de Marte fueron el teatro de sus hazañas. Luego, con escasos 14 años, recibiría muchas patadas en el Brasilia, de Suchitoto, que militaba en la Liga Media.
Con Alianza
En 1974, su hermano Miguel jugaba con los albos del Alianza y sucedió que el equipo blanco realizaba encuentros amistosos entre semana; ese día tocaba viajar a El Paraíso , en Chalatenango, y Miguel llegó acompañado de su hermanito. Como en todo partido de esa índole, comenzaron los cambios con la anuencia de un árbitro que hacía sus primeras armas con el pito: Carlos Ortiz Cardoza. De repente, Jorge saltó de la banca, envuelto en una camisola que lo tragaba; la risa de la gente cundió por un momento, pero cuando comenzó a dejar burlados a sus jugadores, tomaron conciencia de su capacidad y lo aplaudieron. Lo mejor llegó cuando empalmó una pelota desde unos 35 metros y el arquero local no pudo hacer nada ante aquel bólido .
Al final del partido, se acercaron los curiosos para verlo y uno de ellos no pudo reprimir la exclamación: ¡pero, si es un bicho!
Luego sería habitual en los encuentros amistosos del Alianza y unos meses después era requerido para integrar la Selección Juvenil que participó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Puerto Rico.
Debuta en la Liga Mayor
El ANTEL, subió a la Liga Mayor en 1975 bajo el mando técnico del brasileño Jorge tupinambá dos Santos. Una nueva generación hacía sus primeras armas en la Liga de privilegio: Norberto Huezo, Michel Cornejo, Herbert Machón, Manuel Mejía, Luis Felipe Romero, apuntalados por los ya curtidos “Quino” Valencia, el argentino Raúl Fortéis, Mauricio Méndez, Juan “Gati” Méndez y otros.
Tupinambá se iría, pero llegaría al banquillo del equipo “inalámbrico” el técnico Ricardo Tomasino, quien tuvo fe en aquel cipote imberbe que asomaba a la primera división.
El ANTEL no disputó lugares cimeros, pero demostró que con más tiempo podría hacerlo, porque la seriedad de los contrarios era contrarrestada por las ganas de jugar, de vivir sin rectricciones de sus jugadores, que poco a poco se habían ido fortaleciendo para el atrevimiento.
En la temporada de 1976, se constituyó en un equipo alegre, con jugadores que trataban con cariño a la pelota, con gran sentido para agruparse y salir tocando, creando maniobras con ingenio, con actitud creadora. Ese año debutó Jorge en la Liga Mayor; al principio, un tanto tímido, para muy luego soltarse y convertirse en un dolor de cabeza para los contrarios, pero siempre seguía teniendo arraigado el vicio de jugar en las calles. Iba al colegio por la mañana, luego entrenaba, almorzaba y, de nuevo, a darle duro a la pelota, ante los reproches de su santa madre porque se la pasaba transpirando y arruinando los zapatos. Pero lo de él no era jugar por jugar, ya que ensayaba paredes, sorteaba rivales en fila, para enfrentar a los arqueros y tocarles la pelota lo más lejos posible, con justeza y sentido práctico.
Su primera noche de fantasía.
Fue en julio de 1976, se inauguraba la iluminación del Cuscatlán y ANTEL enfrentaba a los campeones del Águila ante un público animado. ¡Era el Águila el que jugaba y les tocaba enfrentarse a unos cipotes amasadores!. Los migueleños comenzaron ganando. Un gol de Félix Pineda había sorprendido al arquero Juan “Gatti” Mendez.
Pero aquellos bichos se le atrevieron al poderoso Águila de David Pinho, “Macora” Castillo, “Cisco” Díaz, “Pelé” Zapata, Juan José Polío.
ANTEL empató con un gol de Herbert Machón, quien pechó la pelota dentro del área ante un centro de Jorge González, que había realizado una jugada que dejó a todo el mundo con la boca abierta.
Tomó la pelota por la punta izquierda y avanzó hacia la línea de fondo, entonces amagó hacer un pase hacia atrás, pero como que si tuviera un imán en el zapato la jaló, engañando totalmente al defensor Oliva, para luego enviar un centro medido que encontró el pecho de Machón. Se escuchó un murmullo de admiración en el que se anotaron por igual los seguidores del ANTEL, los contrarios y los neutrales que se habían dado cita en “El Coloso de Monserrat”.
Esa jugada fue un alarde de viveza y maestría en la que Jorge desplegó todos los recursos de su ingenio. Y tras el gol y mientras se escuchaba una ovación, se quedó parado, en tanto era felicitado por sus compañeros.
ANTEL, ganó tres goles contra uno, con goles de otro genio, Norberto “Pajarito” Huezo y el mismo Jorge. El Águila salió bailado del Cuscatlán al son de un ritmo nuevo, fresco, plagado de voces desenfadadas.
Fue una jornada de lujos futbolísticos, líneas de fondo, amagues, frenos que después reeditaría con frecuencia en tierras españolas.
Gran partido, gran espectáculo. Muchos salieron del Cuscatlán, pensando en aquella jugada más que en el resultado. Y no se equivocaron al augurar que era el comienzo de una reluciente carrera, pues lo vieron con todas las galas, avasallador, único y hasta pensaron que era producto de exportación.
Esa noche, fue patentada la famosa “Culebrita Macheteada” y el destacado periodista, Rosalío Hernández Colorado, en un arrebato de exaltación, lo bautizó como “El Mago”, que años más tarde los españoles lo desviarían hacia “Mágico”, considerándolo un artista del fútbol. Y él respondió a tantos mimos con esas tardes de domingo llenas de fantasía.
Cuando terminó el campeonato, el ANTEL, quedó en la medianía de la tabla de posiciones y su dirigencia desistió de seguir patrocinándolo.
El equipo sufrió una desbandada y los mejores jugadores pasaron al Atlético Marte por orden del general Carlos Humberto Romero, a la sazón presidente electo de la nación.
Marte se quedó con Norberto Huezo, Luis Felipe Romero y Miguel González, hermano de Jorge, quien, inexplicablemente, pasó al Independiente de San Vicente , donde seguiría en su escalada para el año siguiente ser vendido al FAS en la cantidad astronómica de 60 mil colones.
Con los “tigrillos” tuvo su consagración definitiva, a la vez que se convertía en la máxima figura de la selección nacional en el Premundial jugado en México en noviembre de 1977, donde fuera elegido dentro del equipo ideal junto a los mexicanos Hugo Sánchez, Víctor Rangel, Leonardo Cuéllar, el canadiense Bob Lenarducci, el haitiano Enmanuel Sanón, entre otros.
Posteriormente, fue factor determinante para que el FAS ganará el título de la CONCACAF y disputara la Copa Interamericana ante el Olimpia del Paraguay, provocando que el nombre de El Salvador, diera la vuelta al mundo a través de los cables internacionales.
En la selección
Después de haber realizado aquellas grandes campañas con el FAS, pasó a jugar a tiempo completo con la selección que se aprestaba a buscar un lugar en España 82. Y en aquellos partidos previos a la hexagonal de Honduras se dio gusto asombrando a los aficionados, a tal grado que equipos de Guatemala como el Municipal Aurora y Comunicaciones lo quisieron contratar, los “ticos” también se apuntaron e incluso viajó a México acompañado de Mauricio, su hermano mayor, para hacerse una prueba con los “Pumas” de la UNAM, pero no se llegó a ningún acuerdo. Otro que alucinó con él fue Claudio Countinho, el desaparecido técnico brasileño que mostró vivo interés en llevarlo a Los Ángeles Aztecas para que formara tándem con Johan Cruyf, quién hacía sus últimas armas.
Le ofrecieron el “oro y el moro”, pero no hubo caso, Jorge era un pájaro que no quería jaula y al parecer lo rígido del fútbol profesional lo frustraba. Luego vino el Universitario de Deportes de Perú y aunque se realizaron algunas gestiones no se llegó a ningún acuerdo. Por entonces, lo más cerca que estuvo de alzar el vuelo fue cuando el París Saint Germain lo quiso llevar, luego que la Selecta derrotará a los franceses tres contra uno, en un recital futbolístico donde el “Mágico” hizo de todo.
Pero los dirigentes del PSG se cansaron de esperarlo en el hotel; Jorge se escondió y no apareció por ningún lado . En esa fase de preparación equipos como el Ámerica de Cali, Independiente de Medellín, Talleres de Córdova, Universitario de Lima, Saprissa de Costa Rica, Emelec y Nacional de Ecuador, Toluca y Atlante de México, supieron de su habilidad, su talento y se iban pensando en él. Todo hacía presumir que su destino sería un equipo de renombre internacional.
La hexagonal de Honduras
El Salvador eliminó a Panamá y Guatemala para jugar en Honduras, a finales de 1981, la hexagonal previa a España 82.
Participaron por Centroamérica, El Salvador y el país anfitrión, Cuba y Haití por el Caribe y Canadá y México por el Norte. Luego de la competencia, clasificaron Honduras y El Salvador dejando eliminados a los mexicanos que llegaban como grandes favoritos dirigidos por el “Güero” Raúl Cárdenas.
El Salvador escribió una página gloriosa al vencer a México 1-0, el 6 de noviembre de aquel año. Y correspondió a Ever Hernández escribir su nombre en la historia, al convertirse en verdugo de los mexicanos.
Los soberbios “charros” tuvieron que regresar a escondidas en un vuelo nocturno, porque habían sido derrotados por unos “picapiedras que juegan con pelotas cuadradas”, según decían los míticos cronistas mexicanos Ángel Fernández y Fernando Marcos. Lo cierto es que el equipo salvadoreño les dio tremenda demostración de fútbol , en la que sobresalieron Norberto Huezo, Paco Jovel, Ramón Fagoaga, Luis Baltazar Zapata, Carlos Recinos, José Luis Rugamas y especialmente, Ricardo Mora y Jorge González, quien desde su elevada cátedra dio un recital. “El Mágico” fue un espectáculo aparte haciendo todo tipo de jugadas y en el gol de Ever realizó una corrida monumental, dejando en el camino a cuanto mexicano le salía: al quedar a tiro de puerta disparó con fuerza, de tal manera que el arquero Prudencio “Pajarito” Cortez no pudo retener el balón, dejándolo mansito para que Ever lo venciera con un disparo bien colocado.
El regreso del equipo nacional fue en olor de multitud y, posteriormente, comenzó la preparación para asistir al mundial en el que se enfrentó a grandes equipos donde el “Mágico”, siguió en su escalada. Ya en tierras ibéricas, de entrada, se tuvo tremenda frustración cuando en el primer partido, Hungría destrozó nuestras ilusiones al imponernos el marcador de diez goles contra uno.
Dentro del desconcierto que reinó en el vestuario, pocos advirtieron que llegaron unos señores de la FIFA quienes entregaron al “Mágico” una placa en que lo nombraban el jugador más destacado del partido, mientras que varios equipos ya lo anotaban en su agenda. En los otros partidos ante Argentina y Bélgica siguió jugando en gran nivel, a tal grado que la directiva del Cádiz, presidida por Ramón de Irigoyen, decidió contratarlo.
Mágicas del “Mágico”
-En tierras españolas, es costumbre, además de gritar el ¡olé ¡, agitar pañuelos blancos cuando alguien realiza jugadas magistrales, tal como se estila en las corridas de toros. En Cádiz, el “Mágico” los puso de moda. La admiración llegó a tanto que hasta unos entusiastas aficionados lo propusieron para alcalde.
-Es que nació para jugar al fútbol y siempre lo ha entendido así, pero nunca ha estado preparado para la celebridad, por eso es esquivo a las reuniones sociales y a los homenajes. Una de sus primeras muestras la dio cuando a principios de los 80s fue buscado para hacer un comercial de una marca textilera con el eslogan “La Figura del Fútbol”. Debía salir de traje entero y en varias ocasiones el sastre lo buscó infructuosamente para tomarle las medidas, pero el colmo fue mayor cuando dejó esperando varias veces al equipo de filmación hasta que el dirigente Félix Castillo Mayorga, presidente de CLIMA, de la FESFUT y de la firma textilera, lo mandó a traer con su seguridad personal con la orden de amarrarlo si era necesario.
-Su primer contrato con ANTEL fue de 150 colones; en España llegó a ganar miles de dólares y su pase a ser tasado en varios millones.
-Fue favorito del presidente del Club, Ramón de Irigoyen, quien lo utilizo como catapulta en sus campañas proselitistas para reelegirse.
-Sus deslices fueron cubiertos con prolijidad por la prensa española que hacía una novela de cada uno de sus desacatos.
-Un reportero sensacionalista le hizo la siguiente pregunta: “¿dicen que prefieres una mujer con las piernas abiertas que una pelota a tiro de gol?”, a lo que “Mágico” contestó sorprendentemente: “las dos opciones me parecen apetecibles”.
-Un día fue a la banca por llegar tarde a un partido y orondamente explicó que se había dormido. El técnico estaba indignado, pero –faltando cinco minutos para finalizar el encuentro y su equipo perdiendo un contra cero- tuvo que ceder a la presión del público, y lo puso a jugar. Entró a la cancha con esa su displicencia y, en su primera intervención, tomó una línea de fondo y envió centro a Mejías que sólo tuvo que tocar el balón para salir gritando; después hizo el gol del gane en una jugada individual. Al día siguiente le llegaron a su apartamento varios relojes despertadores que le habían enviado los aficionados.
-En los colegios, en las ferias, en torneos- con su presencia- el éxito estaba asegurado.
-No era raro que regresará a su casa sin chumpa ni abrigo; es que en el camino se lo había regalado a un menesteroso.
-A estas alturas, un bar en la ciudad luce un letrero que dice: “Quien no quiere a Mágico, no quiere a Dios”
-Cuando fue acusado de violar a una joven, las opiniones en la ciudad se dividieron. Dichosamente, salió bien librado de aquella situación.
-La “culebrita macheteada” la realizó frente a grandes defensas. Cuando se la hizo al paraguayo Solalinde, estrella del Olimpia del Paraguay, éste lo buscó al finalizar el partido para felicitarle y preguntarle cómo la hacía.
-En 1990, con motivo de integrar una selección centroamericana, recibió 75 mil dólares por jugar tres partidos en los Estados Unidos, en los cuales solo jugó 115 minutos.
Pasa al Cádiz
Ahora venía lo más difícil, conseguir que se pusiera serio y actuara como un profesional, pero Manuel Armando Monedero, dirigente del FAS, y José Ramón Flores, de la FEDEFUT, marcharon con él hacia Europa. En la mente de aquellos hombres bullía el temor que el anárquico jugador saliera con una de las suyas, y no se equivocaron, el día de la firma, en el más rancio hotel de Cádiz todo era expectación, pero no aparecía ante la espera de ambas partes; entonces, alguien tuvo la idea de irlo a buscar a su habitación, y hubo que esperarlo porque el “Mágico” hacía el amor con una gaditana. Fue una transacción en que FAS recibió la elevada suma de 120 mil dólares.
Después vendrían sus maravillosas actuaciones con la camiseta canaria, tanto que los equipos grandes comenzaron a soñar con tenerlo en sus filas, pero Jorge siempre hizo oídos sordos y se dedicaba a encantar a las multitudes en la “Tacita de Plata”, que no era otro que el Estadio “Ramón de Carranza”.
Los gaditanos seguían al equipo a todos lados y una tarde en Barcelona se rindieron cuando Jorge evadió a medio Barcelona, para luego vencer, con un toque magistral, a Zubizarreta. Ahí quedaron tirados Migueli, Alexanco y todo el que se le puso enfrente.
El Valladolid, El Elche, la Real Sociedad, Real Madrid, Barcelona, el Deportivo y tantos más supieron de su talento y todos lo querían en sus filas, pero paralelamente a su fama de gran jugador caminaba su reputación de díscolo. Así fueron naciendo muchos problemas, de tal manera que durante su gestión en el Cádiz tuvo seis técnicos que se fueron del equipo protestando por el apoyo incondicional del presidente del club hacia sus escapadas; tanta era la influencia y el embrujo que provocaba sobre aficionados y dirigentes.
En España jugó ocho temporadas, siete con el Cádiz y una con el Valladolid, precisamente cuando el equipo gaditano descendiera a la segunda división.
En todo ese tiempo asombró a las multitudes, incluso acompañó al Barcelona a una gira por tierras norteamericanas donde hizo pareja con Maradona.
El técnico Menotti lo pidió para la gira y, con ello, convocó a millares de “hermanos lejanos” que llegaron a delirar con los malabares que hacía aquel par de genios.
De tanto en tanto venía al solar patrio y jugaba con la Selecta, teniendo siempre recibida de héroe. Jorge venía por un par de semanas, pero siempre se quedaba más de la cuenta por esas su propensión a levantarse después del mediodía. Y no fueron pocos los vuelos que perdió.
Su regreso
Luego del ciclo en el fútbol español, deambuló un tiempo en los Estados Unidos, pero después regresó para incorporarse al FAS la noche del 13 de noviembre de 1991, cuando los “tigrillos” se enfrentaron al Alianza y empataron a un gol. Desde entonces jugaría casi una década y, en cierta ocasión expreso que deseaba salir campeón con el FAS aunque fuera con bordón.
Y, precisamente, en el equipo santaneco recaló el argentino Fulgencio Deonel Bordón, quien en la final de 1995 contra el Luis Ángel Firpo estuvo soberbio y anotó tres goles para darle el triunfo y el título al FAS. Ingresó en el segundo tiempo y le dio validez a la sentencia, pues recurrió a su baúl mágico y se apoyo en Bordón.
En el primer gol realizo exquisita jugada entre Marlón Menjivar y Pedro Vásquez, luego habilito a William Osorio, quien tomó la línea de fondo y envío centro que encontró puntual al argentino; después participó en los otros goles.
A pesar de sus años y con un estado físico deprimente evidenció su dominio del balón, la capacidad para abrir frentes de ataque, para ver huecos, que la mayoría no mira, evidenciando que aquel talento no se había diluido en las noches bohemias, ni en las fugas de pájaro que nunca quiso jaula. Y consiguió el sueño tan anhelado, salir campeón de nuevo con su FAS. Ese día, el Jorge frío, el Jorge indolente celebró a lo grande.
Un año después ayudaría a otro título, para luego quedarse a jugar minutos y desaparecer lentamente de las alineaciones.
Todavía en el año 2000, tuvo arrestos y se marchó a Houston, Texas, para incorporarse a los Huracanes que dirigía su amigo de toda la vida, Jaime Rodríguez, donde tuvo algunos destellos y anotó varios tiros libres. Ahora transcurre sus días entre la casa paterna de la Colonia Luz y su residencia aledaña al Estado Cuscatlán, donde su figura quijotesca duerme sin cesar a la espera de la tarde noche para ir a jugar con sus amigos. Una casa por donde los curiosos pasan para poder verlo y los amigos entrañables encuentran un saludo fraternal del hombre que regalara tanta alegría a los aficionados.
El canto del cisne
Un cuarto de siglo después de sus inicios en la Liga Mayor, el “Mágico” ya estaba en el retiro, cuando en el 2001, dos terremotos desangraron al país. La tragedia cobró enormes proporciones, muchas vidas humanas se perdieron, poblaciones enteras quedaron en el suelo y las necesidades se volvieron gigantescas.
Fue cuando, dejó su actitud indolente y como quien se quita una armadura, accedió volver a Cádiz para jugar un partido benéfico en el que se recaudó casi cine mil dólares.
Aquella desgracia permitió lo que muchos no habían conseguido a pesar de tantas gestiones, es que no podía ser menos, porque Jorge, con la única persona que quizá haya sido malo es con él mismo. Para entonces, el equipo gaditano era una sombra que jugaba en la tercera división y esa noche de febrero se enfrentó a una Selección Juvenil Española. Para los aficionados locales, el partido fue una vuelta al pasado y tuvieron que caer en la cuenta que los años habían mermado aquella perfección que tanto les deleitara. Tuvieron que aceptar que el cósmos cambia constantemente, que la tierra al girar incesantemente, sobre su propio eje, provoca que el sol salga todos los días para ir mermando nuestras capacidades físicas. Eso es injusto, pero es humano. Y hasta les resultó paradójico, que a pesar de los años, el querido “Mágico” seguía pensando con la misma rapidez aunque sus pies ya no tienen la misma agilidad. Pero se hicieron del ojo pacho cuando su ídolo llegó al límite de sus fuerzas, incluso al sacrificio. Durante aquel cotejo sus apariciones no fueron tan frecuentes y sostenidas y aunque le hizo falta el matiz extra del despliegue, de la dinámica con que antes se comía la cancha, lo entendieron perfectamente para entrar en idilio con el hombre que les regaló lo mejor de su genio. Ese ingrediente que siempre desequilibraba, que generaba el desnivel inevitable, que llenaba las tardes con el toque excepcional de su talento.
Para ellos, aquella noche significó una revancha catárquica, que les debía la historia. Y suspiraron de emoción, por nostalgia, por añoranza. Porque el “Mágico” ha sido su mimado, un futbolista que los obligó a quererlo; campeón atrevido, que a pesar de sus desacatos, estará prendido para siempre entre sus favoritos.
Y dentro de la gloriosa armonía de su ensueño deben haber regresado a aquellas tardes de domingo, pletóricas de jugadas, lances y goles que él les regalara.
Esa noche en Cádiz repatriaron al genio para orgullo del fútbol y para eternizarlo en el altar del deporte.
Por siempre Mágico
Jorge “Mágico” González es uno de los salvadoreños más conocidos en el mundo. Excelso futbolista que se metió en el alma de los aficionados de aquí y de allá. En lo particular poco me ha interesado su manera de pensar, sus frases suigeneris y mucho menos esa leyenda que se teje a su alrededor sobre su vida rocambolesca.
Hace algún tiempo comprendí y aprendí a señalar el mérito donde precisamente se produce sin detenerme tanto en sus consecuencias o derivaciones. Y por muy acentuadas que sean las discrepancias o polémicas sobre lo que hizo, no hizo o hace más allá de las canchas, lo único que de verdad debe importarme es su obra futbolera. ¡Y esa sí que es grandiosa!
Disfruté las jugadas de sus hermanos mayores: Mauricio, Arturo, Chepe, Efraín, Miguel, Jesús; de Juan Francisco “Cariota” Barraza, Juan “Máquina” Merlos, “Chamba” Rocabruna, Mario Monge, Mario “Chino” Flores, Jorge “Conejo” Liévano, “Fernando “Chino” Villalobos, Edgar Cabrera y sus hermanos Alcides y Rey; Sigfrido “Bucky” Espinoza, Rafael “Gancho” Búcaro, Adrián Chacón, Alex Cordero, “Sívori” Sánchez, Norberto “Pajarito” Huezo, Víctor “Patío” Valencia, “Tajaniche” Erazo, Ever “Gacela” Hernández, Nestor Olla, Herbert Machón, Herbert Sebastián Hernández, Michel Cornejo, Salomón Campós Mezquita, Julito Herrera, Ronald Cerritos, Marlon Menjívar, Mauricio Cienfuegos.
Me extasié con la pelota pegada al pie y los tiros libres de Max “Katán” Cubas, del “Cheyo” Quintanilla; los centros lanzados como con paracaídas de Moisés “Peche Mono” González, “Baiza” Ruano, Félix Pineda, “Kin” Canales, Luis Abraham Coreas.
Alcancé a ver los últimos destellos de Víctor Hugo “El Bordador” Lucha, me mareé con las descolgadas de Guillermo “Chinito” Ruiz, “Pipo” Rodríguez, Salvador Coreas que casi siempre terminaban en goles, admiré la elegancia y la singular clase de Raúl Corcio Zavaleta, Julio César “Calandria! Melgar y de Salvador Flamenco Cabezas. Cracks propensos al descaro cuando tenían la pelota en los pies, sumamente hábiles, técnicos, con dinámica y aporte en la elaboración de los ataque.
Hacían un arte de su labor principal que era la de abrir huecos en las defensas, proveer de asistencias de gol a sus compañeros y también anotar. Pero ninguno como el “Mágico” de quien conozco de sobra sus andanzas tantas veces censuradas y exaltadas, pero abrumadoramente superadas por sus hazañas. Fuí de los pocos que no le creyeron esa noche de julio de 1976 en el Cuscatlán donde jugando para el ANTEL y ante el Águila patentó la “culebrita macheteada” a ras de piso. Me pareció que era imposible hacer aquel derroche de magia y menos con los pies, por eso el comentarista Rosalío Hernández Colorado, perplejo y acaso incrédulo, lo bautizó como el “Mago”, que en España lo derivaron a “Mágico”. Y ese su regate llegó a tanto que después lo hacía en el aire hacia ambos lados. Y era esperado por las multitudes.
Un genio absoluto con su infinita capacidad para la fabulación creadora, la provocación y la fantasía, la ironía y el humor futbolero, para despertar sentimientos entre la ternura y el descaro. Ahí están los indesmentibles videos que eternizan sus hazañas ante los mejores defensas de su época y que deberían ser tomados como libros de textos para enseñar el sumun de la técnica. En un país como el nuestro en que muchos son proclives al demérito, a señalar las miserias humanas antes que las virtudes, no se ha podido silenciar su éxito. Escribo esto porque hace un tiempo en Madrid escuché a la gente de la calle, aficionados al fútbol hablar de sus gambetas, su velocidad, su freno, sus goles y ese gesto técnico tan sublimado que es la “culebrita macheteada”, que muchos ni siquiera intentan hacer para no quedar en ridículo y que el CR7 y el mismo Lionel Messi por nombrar a los mejores de la actualidad, la hacen de otra manera, digamos rudimentaria, casi grotesca, aunque obviamente tienen otras recursos. En nuestro medio intelectual donde muchos no le conceden avales al fútbol, no se entiende o no se quiere entender que se trata de uno de los pocos, poquísimos, sino el único de los salvadoreños universales vivos.
Es cierto que en el ámbito futbolero estamos a la zaga, ya ni siquiera disputamos supremacías en el istmo, pero tenemos al “Mágico” y sus hazañas por más que el tiempo haya pasado. Un ser que no trajo el pan bajo el brazo como dice la tradición, pero sí la pelota. A quien el desdén de unos pocos y los elogios de casi todos le entran por un oído y le salen por el otro sin perturbar su amor por ella. Un hombre que a pesar del paso de los años, sigue teniendo una relación armónica con su compañera de toda la vida, como en sus mejores días, …como siempre.