Día bastante inusual para el fútbol: viernes santo. Pero así tocó y muchos hicieron de un día de devoción, una prueba de fe por la Selecta mayor.
Por diferentes motivos, tanto extra deportivos como por los últimos resultados, el estadio no mostró su potencial para un partido de eliminatoria mundialista.
De parte de los hondureños hubo invasión al “Monumental”, donde llegaron a emparejar en número de asistentes. Sin embargo, en ruido sacaron diferencia, pues se mostraron mejor preparados para apoyar a su selección, que los locales.
Muchos críticaron al técnico de la Selecta, Ramón Maradiaga, cuando dijo que “Honduras sería local”, tan equivocado no estaba con sus declaraciones.
Los catrachos salieron desde muy temprano, los catrachos llegaron al estadio, donde se estuvieron paseando con mucha tranquilidad previo al partido.
Muy bien identificados con los diferentes estilos de la camiseta hondureña, se sintieron orgullosos de su combinado. Habían otros quienes también trataron de destacar, usaron trajes más exoticos, para marcar diferencia.
Por su parte, los salvadoreños al inicio de este partido se mantuvieron en grupo, frente a algunos televisores en el parqueo del Cusca, para seguir las acciones de la Selección playera, lo que tambien dijeron que les servía como calentamiento.
Ya más cerca del inicio del encuentro, un buen número arribó desde la Costa del Sol, para cumplir con su “procesión”, donde esperan una “resurreción” de la Selecta y un “santo entierro” de los catrachos.