Este martes en San Pedro Sula, ante la local Honduras, la Selecta juega un partido decisivo en la ruta mundalista, donde con patadas de ahogado intenta meterse en la hexagonal final de la Concacaf a Rusia 2018.
La competencia da tres boletos directos y un repechaje y nos jugamos no solo la clasificación hacia esa hexagonal, sino el interés o el desinterés de la afición nacional en los próximos meses o años, por todo aquello que tenga olor a nuestro fútbol profesional.
Un fenómeno que se da cada cuatro años y que no ha sido positivo, por más que se ha instado a que los aficionados vuelvan a las canchas para animar nuestra incipiente competencia. El desafío no está para andar haciendo pronósticos, solamente el deseo de un triunfo. Nuestro fútbol, tan venido a menos suele proponer estos vaivenes, tan vibrantes como frustrantes; pero también es tiempo del apoyo, de discutir preferencias, cotejar méritos y, aun después de terminado el debate, detenerse a ver los antecedentes y desearles lo mejor.
Honduras no está decidida a ceder ni un centímetro en la apretada senda hacia la clasificación, más ahora que se ubica con un punto en la tabla y es última.
Su técnico Jorge Luis Pinto se encuentra en una encrucijada pues luego de haber adquirido gran prestigio dirigiendo a Costa Rica en el pasado Mundial, ahora es ninguneado por la prensa hondureño donde abundan los técnicos de Twitter.
Sabe el colombiano pero no lo dice, que tiene un equipo con individualidades que a la hora buena le han fallado y que él no puede meterse a la cancha para hacer los goles que tan infantilmente fallan. “El partido ante El Salvador lo teníamos resuelto, era el momento de conservar el resultado y una desconcentración nos salió cara y permitimos el empate”, exclamó despues del encuentro.
Llega el momento pues de acudir a los pequeños grandes detalles que hacen la diferencia, los afinamientos necesarios, el énfasis en las jugadas preconcebidas, unificar criterios, preparar las diversas funciones que debe cumplir cada jugador, fortalecer su mentalidad y analizar el funcionamiento de los rivales.
El clamor es general porque las acciones de la Azul significan mucho para el país y nos reafirman ante el mundo como una nación existente.
En su comparecencia ante los medios de comunicación, Ramón Maradiaga, recalcó lo importante que será el aspecto emocional: “En partidos así, similares a una final, donde la expectación es muy alta, se debe hacer un esfuerzo extra para encontrar el equilibrio necesario para jugarlo lo mejor que se sabe. Si estás por debajo de ese nivel, el partido te supera y, si estás por encima no lo juegas de manera inteligente”, advirtió el Primi, quien hasta ratifico al arquero Derby Carrillo ante la incredulidad de muchos.
Adelantó que no variará su estilo de juego ni hará cambios drásticos y apuntó que una de las claves pasará por adueñarse del balón. “Tenemos que enfocarnos en hacer lo que sabemos. Cuando pensamos en otra cosa que no es nuestra idea de juego no lo hacemos muy bien.
Buscamos tener el control del balón, no que el rival lo tenga”, reiteró. En este momento nos queda nada más que creer en el técnico y sus jugadores, en su jerarquía y ascendencia sobre sus dirigidos, esperando que las enseñanzas previas que pasan por la convivencia, el trabajo repetitivo en la cancha hasta la saciedad y la plena conciencia en los jugadores, de que el hombre que tienen enfrente es el apropiado y que los va a llevar por un buen camino. El equipo nacional se enfrentará al todo o nada, una figura tan recurrente en los últimos tiempos, sino de su vida, amargor de un carácter que en el pasado no ha logrado cuajar unos sueños que se han vuelto inalcanzables, pero que por ahora, depende de las capacidades de sus integrantes. Este martes pues, nuestros representantes buscarán en San Pedro Sula un triunfo que ponga de fiesta al país. ¡Ojalá!.