SAN MIGUEL. Águila se hizo sentir en casa. Le costó un poco, tuvo que esperar hasta el complemento para festejar. Pero lo hizo (3-0). Con la figura de Nicolás Muñoz, quien sentenció una victoria ante Chalate y lo colocó en lo alto de la tabla, que lo vuelve a dejar con una sonrisa extensa junto a sus 37 puntos.
En seis minutos, ambos equipos demostraron que sería un juego de propuesta, abierto. Iniciativa por aquí e iniciativa por allá. Pero ninguno con peligro. Un cabezazo en el área emplumada de Miguel Curiel; una llegada con pelota dominada de Bladimir Díaz; y un panorama de uno de los líderes ante el que tiene al goleador del torneo.
Águila se encontró con un rival inflexible, exigente. Pero a los 11’, volvió a tener otra llegada con Nicolás Muñoz, que no pudo rematar a puerta un balón en el área. Los migueleños intentaron poner la pausa y generar salida con Álvaro Lizama, como el más creativo, ya que era acompañado por dos contenciones como Wilson Rugama y Henry Romero.
Por su parte, los norteños acudían al pelotazo o al paso que abría por carril izquierdo Miguel Lemus. Daba resultado porque llegaba al rescate de la pelota Díaz, pero quien estuvo bien frenado por Jimmy Valoyes. Esto mantenía la dinámica de ambos equipos, y hasta los 25 minuto era a Chalate al que lo estaba favoreciendo más.
Los negronaranjas, obligados a sacar un resultado redondo en casa, tenían salida rápida y tocaba ordenados a ras de piso. Por momentos, encontraban espacios en el medio donde los chalatecos abandonaban las marcas. Esto facilitaba que el balón lo recibiera con precisión Curiel, que en dos ocasiones más la tuvo frente al marco y no las pudo concretar (27’ y 30’). El peruano era insistente, y el mediocampo aguilucho estaba compacto, por lo que pasados los 32 minutos llevaban la batuta del encuentro.
Sin embargo, la peligrosidad de Díaz, y los errores al perder pelotas y en las marcas, pusieron en aprietos a Águila. En la primera oportunidad, recibió un balón de Nelson Barrios al que el cafetero, entre dos marcas, remató ante un Benji que salió a atajar frío y salvó su portería.
Después, se combinó en dos ocasiones con Miguel “Chalate” Lemus, ambas en el área pequeña, desubicando a los zagueros, pero sin concretar.
Águila, ante la falta de efectividad que estaba teniendo, y con un Curiel que no estaba fino, realizó la primera modificación para que Irvin Valdéz acompañara a Muñoz. Era evidente la búsqueda del gol por la que apostaban los emplumados con urgencia.
Apareció el “otro” Águila
Se animó Marlon Trejo, en el complemento (47’), con un disparo abierto sobre la cabaña de Kevin Carabantes. Águila iba a tratar de encontrar la llave del tanto que buscaba por todos lados. Ese fue un ejemplo.
A continuación, la tuvo “Nicogol”, tras un pase de Valdéz, y al que el delantero tocaba desde la izquierda y en el que la desfortuna impidió que ingresara, a pesar de que Ibsen Castro se cruzó en la jugada y se la dejó a Carabantes. Sesenta segundos después, repitió la jugada, casi calcada, pero los reflejos del portero morado lo alertaron para quedarse con el balón.
Se volcó Águila a buscar el gol. Era un segundo tiempo donde Chalate no volvió a generar peligro en más de 55 minutos, y sumó refuerzos para defenderse. Los emplumados generaron un buen volumen de juego, y eran los claros dueños del balón.
La respuesta terminó efectiva. En dos minutos, consiguieron celebrar y celebrar. Al 60’, una escapada de Santos Ortíz, incorporado por derecha, terminó en un cambio de orientación, la dejó jugar Nico y Valdéz controló y remató de derecha (1-0).
Y siguiendo el festejo (62’), una pelota en el área la pescó Nico, Carabantes afuera y sin contar con la picardía del “Yuyu”, solo vio pasar el toque suave y “globeado” de Muñoz del segundo.
La iniciativa quedó así en Águila, que estaba volando solo a lo alto de la clasificación. Chalate no volvió a ser el mismo, con todo y que “pateleó” para salir a flote e intentar llegar en busca del descuento. Pero no estuvo a la altura del líder, que terminó dueño del balón y se hizo respetar en su casa, con la cereza del pastel de Muñoz, que definió una pelota de cabeza y dejó al equipo en pleno vuelo de clasificación.