Fueron cuatro años de luchar contra esa enfermedad cruel y despiadada que es el cáncer, pero siempre tuvo ánimos para enfrentarla con dignidad.
Siendo un eminente médico, Jose María “Mandingo” Rivas había aprendido a asimilar duros procedimientos de esos que llegan a helar la sangre, por eso cada vez que le aplicaban las quimioterapias aunque quedaba todo maltrecho, conservaba el optimismo de que iba a superar su dolencia.
A su alrededor los amigos cosechados en el fútbol y en la vida habían formado una cadena de integración en el pensamiento y en las acciones para apoyarlo. Y él se dejaba querer. Incluso hasta hace unos meses era de los más animosos futbolistas del equipo Médicos Oro que con tanta pasión dirige el ilustre galeno Miguel Zaldaña.
Todos los sábados era infaltable a los partidos, pero en los últimos tiempos había bajado su intensidad, se notaba cansado y paradito a un costado de la cancha se dedicaba a pasar la pelota y de vez en cuando hacer un esfuerzo extra para anotar sus goles y por supuesto seguir ganado campeonatos.
Dede cipote se había apasionado por la pelota y fue en la lides colegiales, del Instituto Técnológico de donde emergió en 1978 para el Independiente de San Vicente, donde se convirtió en uno de los arietes junto con Oscar “Lotario” Guerrero. Fue por entonces que se estrenó en El Salvador la película Mandingo cuyo protagonista era el boxeador Ken Norton y alguien le encontró el parecido para bautizarlo.
Entonces su nombre de pila pasó a segundo termino y se convirtió en el Mandingo de los goles imposibles, que lo llevaron a integrar el equipo nacional que asistió a España 82, En la ruta al Mundial fue uno de los más destacados. ¿Quién no recuerda aquellos goles ante equipos extranjeros, inluyendo el que le hizo a Emerson Leao arquero del Gremio de Porto Alegre y de la selección brasileña? Para entonces era una estrella de las más refulgentes de nuestro fútbol y los marcianos se lo llevaron en 1984 donde fue determinante para el título logrado en 25 de diciembre de 1985 ante los albos del Alianza.
Desde cipote se había prendado del Marte y cumplía así uno de sus grandes sueños.En 1990 junto a José Luis Rugamas uno de sus grandes aleros viajaron a reforzar al San Pedro de Belice en donde lograron el ascenso a la Primera División.
Un año después vuelve al fútbol nacional para jugar la final de Segunda División con Huracán de Atiquizaya ante el Apaneca, pero la perdieron; luego pasa al Cojutepeque, donde decide retirarse para dedicarse a su noble profesión de médico. Quedaban atrás 14 años en el fútbol de primer nivel y su glorioso paso por la seleccion nacional que comenzó con un gol en su debut de visita ante la selección panameña el 24 de marzo de 1980; luego disputaría tres eliminatorias mundialistas rumbo a España 1982, México 1986 e Italia 1990.
También participó con la selecta en los Juegos Panamericanos de Indianapolis y disputó la eliminatoria rumbo a los Juegos Olímpicos, Seúl 1988. Con su retiro se capacitó en medicina deportiva y en los últimos años trabajaba con las selecciones nacionales. Nadie como él para el puesto, ya que además de conocer de las dolencias físicas de los jugadores, sabía adentarse en sus cuestiones emocionales por haberlo vivido en carne propia.
Hace cuatro años comenzó su calvario hasta que hoy a la 1:30 de la mañana el Señor decidió llevárselo.
Uno de los eventos más difíciles en nuestras vidas es la muerte de alguien cercano. Cuando uno de nuestros amigos fallece, nos invade una tristeza muy grande ya que sabemos que en esta vida no será posible volver a verlo ni compartir con él esos instantes tan maravillosos.Y paradógicamente al recordarlo me viene una sensación de alegría y acaso de irreverencia que envolvía al Chema, por haber logrado escapar de esos dolores y molestias que tanto lo agobiaban. Ahora se encuentra en otra dimensión donde Nuestro Señor regoge a los predestinados con esa misericordia y amor que solamente él puede dar. Cuando dijo: “Benditos los que sufren, porque de ellos será el reino de los cielos, probablemente se refería a ello”. A nosotros probablemente aún nos falta algún tiempo para dejar este mundo, pero sabemos y nos consuela que cuando también nos vayamos, amigos como él estarán ahí para recibirnos.