Toda su vida, Arturo González Mata ha estado ligado al baloncesto, aunque, curiosamente, no inició en este deporte, sino en el béisbol. La pasión por hacer ejercicio se la inculcó su padre, con la natación y el tenis, pero fue el bate con el que se quedó en un principio. Jugó en el Acero, el Lincoln y Agabeisi, y fue seleccionado nacional para representar al país en eventos estudiantiles en Guatemala y México.
Pero lo que inició como una carrera deportiva en el béisbol tomó un rumbo diferente. Se fue a estudiar al Liceo Salvadoreño cuando entró a sexto grado. “Por el auge del deporte, de las chicas, y toda esa cosa de esa época, decidí cambiarme. Mi papá me dejó de hablar tres meses”, recuerda con una sonrisa, y eso que su progenitor había sido baloncestista.
Sus primeros pasos en el baloncesto fueron allá por 1983 y sus primeros profesores fueron Mario Rey “El Gallo” Medina, entonces pasador de la selección nacional, en la categoría infantil, y luego, Rolando Carrillo, en la juvenil B. Después, también fue dirigido por José Roberto Carrillo y el doctor Lahud, allá por 1986.
Para 1988, pasó a estudiar al San Francisco. “Ahí fue donde comencé como tal mi carrera deportiva prácticamente”, cuenta Arturo, quien era dirigido por el mítico entrenador “Tituya” Renderos.
Pero en un partido contra el Chaleco, “nos dimos duro y el director del colegio retiró el equipo. Entonces volvió al béisbol y quedamos campeones en 1989. Pero fue un lapso”.
Una vez regresó al baloncesto, estuvo con el equipo que Enrique Samour hizo en su casa. Estuvo con las Panteras dos años, hasta que se fundó el Denver. “Todo el equipo entero se pasó”, cuenta. Era 1989, y fue cuando comenzó a jugar en Primera División, y estuvo con el Denver hasta 2004.
Para entonces, estaban en el equipo Ernesto “Colocho” Rodríguez, Ricardo Granillo, Fernando Chavarría, Álex Funes y él. Era el equipo sensación y la base también de la Selección Nacional, que llevaba un par de refuerzos más de otros equipos.
Con el Denver, González mata y los antes mencionados marcaron una dinastía, una época sin precedentes en el baloncesto nacional. “Fuimos campeones nacionales como 14 o 15 veces. Tuvimos la suerte de ser campeones de clubes de Centroamérica, el último equipo nacional en conseguirlo, en 1995-96, en Guatemala, con los mismos jugadores”, recuerda Mata, quien ya había sido campeón Centroamericano en juvenil, en 1989, cuando vencieron al difícil equipo de Panamá.
En selección mayor arrancó en 1990, y ya para 1991 logró su primer título individual destacado, al acabar como el campeón encestador de Centroamérica en Guatemala. Esa vez, la Selección fue segunda. “Para mí, esa vez es la que más recuerdo, mi papá hasta lloró. De ahí, tuve la suerte de ser campeón centroamericano encestador nueve veces, y también fui campeón de los torneos de tres puntos en tres ocasiones”.
González Mata era un “killer”. En una ocasión le metió 43 puntos a Islas Vírgenes en un Centrobasket, incluidas diez canastas de tres puntos.
Todo esto le permitió ser un jugador reconocido en la región, y llegó a militar en el Aztecas del DF, entre 1997 y 99, en el Huehuetenango chapín, por seis años. Además, en Honduras estuvo en el Icevic, Más por Menos y Nacional de Ingenieros, y también jugó en Nicaragua, con los Tiburones, y en Costa Rica, con el Tiburones.
Dejó la selección allá por 2007, por la edad, aunque siguió jugando, ya en el San Marcos, donde estuvo un año y se retiró para el 2008, aunque paralelamente comenzó su carrera como entrenador, dejando un gran legado.
¿Qué hace?
Si su legado deportivo fue extenso y formó parte de una de las Selecciones más exitosas del país y uno de los equipos más grandes, su legado como entrenador no ha sido menos grande.
Sus inicios fueron en el San Marcos, dirigiendo equipos femeninos y de segunda. Un tiempo después de la muerte de Enrique Samour, con quien llegó al conjunto marquense, el alcalde le ofreció el puesto en el primer equipo, y se embarcó en una nueva ruta de triunfos.
González Mata tiene el récord con el San Marcos de siete títulos consecutivos de Liga Superior de baloncesto, y esto mismo le abrió las puertas para que, eventualmente, comenzara a dirigir en el Liceo Salvadoreño para el equipo Codicader, trabajo en el que ya lleva cuatro años y medio.
Hace nueve meses, además, fue llamado por la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) para dirigir al equipo universitario.
También fue asistente de Iván Barahona en la Selección Nacional Mayor, junto con José Roberto Carrillo, cuando en 2013 el país acabó en el segundo lugar en el centroamericano. Su sueño es ser algún día el entrenador nacional, y también dirigir a equipos en el extranjero.