Me fracturé un montón de veces: el codo izquierdo, tengo dislocada la cadera, rotos los ligamentos de un tobillo… todavía poseo lesiones de ese entonces. Tengo desviada una de las cervicales. Pero hay un sentimiento que siempre te queda, un vínculo especial, esa sensación de tener a un ser vivo de esas dimensiones haciendo equipo contigo”, reflexiona hoy Ximena López, una mujer que entregó de sus 14 a los 21 años en la práctica del deporte ecuestre.
Su amor por el deporte inició desde su infancia con su papá, Salvador López, estilista mexicano que antes había estado en el ejército, amante del montañismo, paracaidismo y buceo. Él vino a vivir al país e inculcó a sus cuatro hijos (tres varones y Ximena, la tercera) que el deporte no era opción, sino obligación.
Ximena nadaba, hacía bicicleta, practicó atletismo. Pero en 1980, justo cuando el conflicto armado de nuestro país se vivía con crudeza, y cuando los mejores jinetes habían salido huyendo de nuestras fronteras por las balas, ella se enamoró del deporte de los caballos.
Fue por “culpa” de su tío, Max Figueroa, quien era gerente de la Feria Internacional.
“Cuando yo tenía como 14 años, el deporte ecuestre estaba prácticamente muerto en el país, la gente se había ido por la guerra, los caballos habían quedado tirados en las haciendas, todo abandonado. Pero había quedado un instructor de la familia Meza, Francisco Espinoza. Mi tío (Figueroa) le alquiló el teatro al aire libre de la feria, construyeron cuadras y empezó a dar clases de montar con caballos pencos, viejos, de 15-20 años; eran chiquitos, como para niños. Saltábamos 60 centímetros”.
Ahí conoció a “Escándalo”, un caballo viejo con el que superó sus primeras pruebas. El ecuestre la flechó. Y a los 15 años, sus padres le dijeron: te regalamos un crucero o un caballo. Escogió lo segundo y así compraron a “Chichipate” por 3 mil colones, “que fue bueno en sus inicios, pero como yo era jinete nueva, terminó haciéndose mañoso, de repente no quería saltar, era supertemperamental”.
Para 1986, los esfuerzos de Espinoza y el regreso de otros jinetes experimentados al país abrieron la puerta para que El Salvador participara en el ecuestre de los III Juegos C.A., que por el terremoto que golpeó a nuestro país ese año, pasaron a enero de 1987, en Guatemala.
Ahí, López hizo equipo con los experimentados Roxana Tinocco y Rogelio Chávez, sorprendieron a toda Centroamérica y ganaron el oro por equipos. Ximena lo cuenta así: “en el calentamiento estaba casi vomitando de los nervios, temblaba. Ahora me dicen que yo era valiente, pero no: ¡era bien miedosa! La prueba era realmente grande, con saltos de 1.40 metros. Una vez saludé al jurado y me dieron la campana, se me bloqueó todo y comencé. Yo boté una barra, luego pasó Rogelio con cero faltas, y Roxana botó otra barra. Guatemala iba ganando. Y en algún momento, uno de los jinetes de ellos se perdió en la pista y lo eliminaron. Y el otro jinete se fue con tres barras derribadas, y nosotros ganamos por cuatro faltas de ventaja. Los barrimos. Fue impresionante”.
¿Qué hace?
Después del oro por equipos en 1987, “ya yo tenía que estudiar, ganarme la vida; me casé y me retiré a finales de 1988. Tuve varios intentos de regresar, pero entre querer ser profesional, ser mamá y el deporte, los horarios no me funcionaron”, explica Ximena, quien decidió seguir los pasos de su padre y se dedicó de lleno al estilismo profesional.
“Comencé a trabajar con mi papá y mientras yo hacía ecuestre vino al país Tigi y Toni & Guy, y ahí comienzo a trabajar con Guillermo Borja, luego paso a ser directora de educación de Toni & Guy y por eso ya no tenía tiempo, porque comencé a viajar mucho con Tigi. Era imposible combinar las dos cosas. Trabajé con Toni & Guy durante 15 años, fui directora de educación para El Salvador. Después comienzo a trabajar para otras líneas, a dedicarme a la parte artística, a la educación en el tema de estilismo, a trabajar como peluquera estilista internacionalmente”, explica Ximena sobre su trayectoria.
Ahora, es gerente de JR Salón, en la colonia Maquilishuat, y apoya el desarrollo de sus hijas, que también tienen el deporte en la sangre: “Ximena estudió derecho, pero no quiere ser abogada, quiere ser atleta del cross fit; y mi hija María Fernanda es modelo y hace oli”.
Perfil y Logros
Nombre: Ximena López Figueroa de Garzona.
Datos: San Salvador, 11 de febrero de 1966.
Edad: 49 años.
Estado civil: Casada por 20 años con Luis Fernando Garzona.
Hijas: Ximena (26 años), María Fernanda (18).
Deporte: Ecuestre.
Especialidad: Salto y adiestramiento.
Palmarés: Campeona Centroamericana por equipos en 1987.