La eliminatoria entre dos clubes en manos de millonarios desempatará su cara a cara: en 2014 el Chelsea remontó en Stamford Bridge en cuartos de final y el año pasado el PSG les devolvió la bofetada en octavos.
En esta ocasión, los dos clubes llegan con ambiciones europeas. Para los franceses, las únicas que les quedan, puesto que su campeonato doméstico lo tienen prácticamente garantizado, con 24 puntos de ventaja sobre el Mónaco.
Para los británicos, Europa es una tabla de salvación, puesto que la Premier aparece para ellos como un imposible, a 20 puntos del liderato.
En el PSG existe la sensación de que es un buen momento para medirse a los londinenses, a quienes afrontarán por vez primera sin el portugués José Mourinho en el banquillo, sustituido por el holandés Guus Hiddink.
Los propietarios cataríes de la entidad francesa han formado una estructura de estrellas que, por el momento, se ha demostrado desmesurada para la dimensión gala, donde coleccionan los títulos, pero no lo suficiente cuando se miden a rivales europeos, como demuestra que nunca hayan superado los cuartos.
Para ello, el club apuesta por la carta de la estabilidad, que reposa sobre el entrenador, Laurent Blanc, recientemente renovado.
Una situación idílica que se ha visto empañada recientemente por dos casos. El más polémico, el del lateral derecho Serge Aurier, que insultó al técnico y a algunos de sus compañeros, por lo que ha sido apartado del equipo.
El otro punto negro es la situación del uruguayo Edinson Cavani, el fichaje más caro de la historia del fútbol francés, pero que poco a poco se está viendo relegado a la condición de suplente por el brasileño Lucas Moura.