Trabajo, colectividad y goles. En definitiva es el resumen de lo que le falta a la Selecta de cara a los choques eliminatorios. ¿Lo bueno? Falta más de un mes para los partidos ante Honduras, el gran objetivo de la primera parte del año para la Azul y hay tiempo para los progresos.
Lo primero que hay que tener en cuenta del amistoso del miércoles de la Selección es el rival. Una Panamá que está lejos de lo que es su equipo estelar. Ya lo dijo el conocido Pércival Piggott. “A lo sumo dos jugadores pueden llegar a entrar en la convocatoria para jugar eliminatorias”. Y luego exageró: “Faltan 40 legionarios”. Pero lo cierto es que fue un equipo cuyo casi el 80 por ciento eran debutantes en la mayor y sirvió de banco de pruebas para el “Bolillo” Gómez.
Ante ese equipo y pese al resultado negativo, hubo algunos detalles interesantes en El Salvador, sobre todo en los debutantes que presentó. Oscar Arroyo demostró reflejos en ciertas jugadas; Sagastizado se presenta como una opción; el ingreso de Morán fue correcto. Y los conocidos: Larín ya es un referente del equipo y el Catrachito Romero aporta todo su aplomo atrás. Hubo cierto orden y además, esta vez hubo llegadas claras. Eso es en si todo un mérito. Claro, falta concretarlas, el mal recurrente de El Salvador.
También hay cosas para apuntar desde el aspecto psicológico: Jiménez pudo haber sido expulsado en el inicio del partido por una patada que con otro árbitro pudo ser roja sin reclamos. En ese aspecto también se debe trabajar. Y hablar.
Claro que el equipo de El Salvador tampoco era el que se supone enfrentará a Honduras. Le faltaron los legionarios como Darwin Cerén, Jaime Alas, Andrés Flores, Dustin Corea o Nelson Bonilla, a quien sería un pecado no convocar pese al cortocircuito anterior con el DT. Con esos jugadores el equipo puede dar el salto de calidad que se pretende para sacar resultados positivos ante la “H”. Y cumplir el gran objetivo: seguir con vida en las eliminatorias.