Con las excepciones honrosas de Chalate y Sonsonate cuando juegan de local, el público en la Liga Mayor de fútbol ha sido el gran ausente en las diez fechas disputadas en la Liga Mayor de Fútbol.
El poco apoyo de las aficiones quedó marcado de manera cruda en un Quiteño semivacío en la edición 224 del clásico nacional jugado el miércoles. Fue la peor asistencia de público a un FAS versus Águila en siete años y de las más escasas de la historia: apenas poquito más de 2 mil personas. Pero no fue el único partido que sorprendió por su poco público. Un Barraza con muy poca gente recibió al escolta Águila el sábado a la noche. Y ayer jugó el Alianza en el Cuscatlán con un marco no acorde a su grandeza ni a su condición de campeón. En Usulután, en cambio, ya empieza a hacerse sentir la gente al calor de un equipo líder y empezaron a ir los aficionados antes renuentes de Luis Ángel Firpo.
Insisto en que la falta de identificación de la gente con los equipos es la principal causa de esta orfandad de aficionados. No tienen que ver ni el nivel ni la falta de calidad en el juego. Si fuera por eso, muchos de los equipos sudamericanos no tendrían ni un tercio de los aficionados que muestran orgullosos. Es un tema de debate largo. Pero en El Salvador, y según los datos del estadígrafo Jaime Herrera, apenas asistieron 91,090 personas a los primeros 48 partidos jugados.