Ya tenemos una nueva convocatoria en la selección que hoy comienza a trabajar y varios jugadores del grupo anterior han quedado fuera.
Alguien los instigó para que mostraran de la peor forma su inconformismo o rebeldía, abandonando los entrenos cuando el primer partido de la eliminatoria estaba encima.
Como que si les esperara un mascón de barrio, de esos callejeros, no midieron los alcances de su extorsionante maniobra y atentaron contra un proceso tardío y desfasado, pero ineludible.
Es que en todo orden de vida, nuestras actuaciones, decisiones y exigencias van a tener validez en la medida que sean consecuentes con la realidad; debe haber coherencia en nuestras determinaciones y por sobre todo estar amparados por méritos y razones acordes con ello.
Si algo nos han enseñado las recurrentes crisis de nuestro fútbol durante los años que venimos siendo testigos de tantos desaguisados merecedores de duros reproches morales, es que las medidas radicales o rebeldías de jugadores que no han ganado nada, siempre van a fracasar.
Diferente sería si fueran ganadores, quizá hasta se tomarían con gracia, un caso es el del “Mágico” González. Pero no hubo quien les dijera que se estaban equivocando, que lo último que debe hacer un seleccionado es abandonar el trabajo cuando viene un compromiso tan serio.
Pero la cordura parece que es una de las cualidades que no los adornan y más si tienen a la cola gente que los malaconseja y que por supuesto no va a salir perjudicada si algo sale mal. Y su actitud no ha sido por desconocimiento, pues lo dicta la experiencia, luce en el refranero de la vida, en los adagios populares.
Deben haberlo sabido, pero como siempre, pensaron que por el movimiento de admiración que creen despetar se les iba a consentir.
Particularmente hemos sentido pena por ellos, ya que han evidenciado que detrás de su actitud, se manejaron por puro instinto. Pena por ellos y por tantos jóvenes futbolistas que en un momento de sus vidas, permiten que los manipulen. Y mientras su proceder caía en el torbellino del quehacer noticioso, a su alrededor, se armaba un escándalo.
Dirigentes, entrenadores, aficionados condenaban en su mayoría su infeliz salida. Las críticas han sido ásperas y salpicadas de frases hirientes, ¿se trata simplemente de un acto de rebeldía, disfrazado de reivindicación de quien ve la posibilidad de conseguir una cachada y la jugada le sale mal?.
Metidos en el círculo de las discusiones, cada uno de los muchachos se ha defendido a su manera y lejos de buscar un razonamientos que respalde su postura, lo único que se les ocurrió fue contraatacar. Tras esa forma tan carente de visión y de compromiso es fácil entrever que no analizaron profundamente los alcances de su decisión y que han perdido una batalla de la manera mas triste.
Hemos sentido pena por sus sueños, ilusiones y anhelos de lograr mediante el fútbol y por supuesto de la seleccion nacional, otros privilegios y un bienestar económico que durante mucho tiempo la vida les ha negado.
Y es necesario decirles que el camino del fútbol no solo tiene rosas, también espinas y estas pueden venir de diversas manera: entrenamientos extenuantes, largas concentraciones, divorcio con los vicios, regímenes cuartelarios, técnicos dictadores. Que detrás de los cracks que triunfan hay todo un mundo de privaciones, y que no todo es miel sobre hojuelas.
Deben aprovechar cada momento lindo que les regala, y prepararse paralelamente, para no dar pena después y vivir una vida incierta, como reflejo de lo duro y cambiante que es el futbol en el menguado ambiente nuestro, en que la gloria es efímera y deben aprovecharlo.
La gran lección que conviene extraer de esta crisis es que la prudencia siempre es la mejor consejera, hay que actuar sobreseguro y si tenemos dudas para eso está la gente sensata que puede ofrecer su opinión. Pero los héroes que se pueden permitir hacer lo que les venga en gana, solamente existen en la ficción, y nuestros modestos jugadores no tienen ni máscara ni capa que los proteja.