En la Inglaterra victoriana, desde 1820 en adelante, lo conocían como football. Un deporte que arrancó en la calle pero en su proceso de regulación se fue trasladando poco a poco a los jardines de los colegios. En los campos se podían encontrar centenares de jóvenes para disputar un partido, el mismo partido.
Fue en los colegios del pueblo de Rugby, 136 kilómetros al noroeste de Londres, que se escribieron las primeras reglas del juego de football que permitía el uso de las manos para hacer avanzar la pelota.
En 1863 las escuelas de esa versión del football y aquellas que sólo admitían el uso de los pies para el juego, sentaron sus posturas en una taberna frente a la sede de la masonería londinense. Las escuelas de Rugby no cedieron en la intención de unificar reglamentos y regresaron a casa sosteniendo los códigos del deporte que, para distinguirse, adoptó el nombre del pueblo: rugby football.
El director del colegio más importante del pueblo era Thomas Arnold, considerado el promotor de los principios británicos de comportamiento. Un líder en la formación de las prácticas sociales de elegancia, respeto y solidaridad ciudadana.
El mismo Arnold quien fuera inspiración para un francés entregado a la reforma educativa de su país: Pierre de Coubertin. “Por mucho tiempo se han quejado sobre la situación impuesta en los niños franceses” escribía Coubertin en su trabajo “Las Escuelas Inglesas”. El documento de 388 páginas fue el producto de sus múltiples visitas a Wellington, Winchester, Eton, Harrow y Rugby.
Sobre los niños franceses continuaba diciendo que estaban siendo educados, “para ser diccionarios andando” y que, por el modelo de educación vigente en la época, “eran despojados del simple hecho de ser niños”. Coubertin cita el pensamiento del filósofo francés Michel de Montaigne: “para construir su mente, sus músculos deben ser fuertes”. Lo que Coubertin encontró en Inglaterra fue esta idea francesa de educación.
“El resultado es que en sus juegos no construyen castillos de arena, en sus juegos los ingleses se mueven por el césped, saltan y suben a los árboles” continuaba Coubertin. La inspiración de los principios de una educación fundamentada en el ejercicio físico para la construcción de valores humanos. En su trabajo el fundador del olimpismo moderno destaca una frase que se encontró escrita en el periódico del colegio de Rugby: “somos una genuina unidad social, una sociedad en la que aprendemos pero también en la que actuamos y vivimos, no solo como niños, pero también como niños que serán hombres algún día”.
El rugby ha coronado a los All Blacks de Nueva Zelanda en el Mundial disputado en Inglaterra. Durante el último mes fuimos testigos de las virtudes de respeto y elegancia que el deporte adquirió desde su formación. No hay excusas ni lamentos en la derrota, aún en la naturaleza ruda del juego, se cuida la integridad del rival. Hay una autoridad que se respeta, la del árbitro, con quien los diálogos son siempre en buen tono y cuyas decisiones se acatan.
El fútbol tiene mucho por aprender de un deporte al que estuvo unido hace siglo y medio. Nosotros como sociedad salvadoreña, tenemos mucho que aprender de las lecciones de las escuelas de Rugby. Educación a través del deporte.