Una injusta comparación ha surgido y crecido en los últimos días en cierto ambiente del fútbol criollo: que los jugadores de esta Selecta que encabezaron la huelga pidiendo mejores condiciones y beneficios son iguales a los “amañadores”, aquellos que escribieron unos de los capítulos más tristes de la historia salvadoreña. Inaceptable, arbitrario, inmerecido y… ¿con dobles intenciones?
¿A quién se le puede ocurrir comparar a jugadores que piden condiciones profesionales para representar a su selección, con los seleccionados que vendieron partidos y su honorabilidad al mejor postor. Justamente, se compara la dignidad de pedir condiciones mínimas con aquellos que no tuvieron ninguna dignidad a la hora de defender a la Selección.
Lo más triste es que las comparaciones no vienen de desprevenidos y poco conocedores del deporte, sino de gente del fútbol como dirigentes o periodistas.
Los jugadores, se repite, equivocaron las formas. Nunca debieron parar los entrenamientos. Pero admitieron su error y se pusieron a las órdenes del entrenador. Sin embargo, en la Fesfut se les abrió expediente y no estarán ante México y Canadá. Una medida de doble filo, que puede ser decisiva no pensando en el partido del Azteca, sino en el del Cuscatlán, el juego que hay que ganar sí o sí para seguir con chances.