SAN SALVADOR. Entiendo que existan sectores de la afición que no hayan querido apoyar, o que critiquen a los federativos y a los seleccionados, están en todo su derecho. Entiendo también a aquellos que, pese al mal manejo de unos y otros, decidieron seguir apoyando, pagaron su boleto.
Pero no entiendo por qué unos aficionados se ataquen con otros, o por qué pongamos de culpables a algunos jugadores que le fueron a poner el pecho a las balas, no solo al Azteca, sino a Canadá. Porque de todos es conocido que este grupo se formó a la carrera, de improviso, con apenas ocho días de trabajo previo, sin planificación.
Si se quieren señalar culpables, vamos por partes. Este directorio se ha equivocado desde el mismo momento que no tenía en realidad un plan. Confundieron cronograma con planificación a largo plazo. Se les cayó en pedazos la idea cuando tuvieron inconvenientes con Albert Roca. No pudieron sanear las diferencias con los jugadores, y terminaron exponiéndolos de una manera absurda, queriendo echarles el muerto solo a ellos.
Los jugadores también se equivocaron al dejar de entrenar, pero si la federación hubiese tenido todo arreglado y planificado, eso no tenía que pasar. A los jugadores hay que pedirles que jueguen, que se cuiden, que entreguen todo, pero no que sepan de comunicación, de negociación. Eso es papel de los federativos que, si no tenían la capacidad de hacerlo, lo menos que devieron planear era rodearse de personas que manejasen problemas de crisis, marketing deportivo, planificación de empresas, etc.
No fue la mejor decisión de los jugadores presionar de esa manera, aunque las condiciones que reclamaban eran, desde cualquier punto de vista deportivo, lo legítimo. Se les critica, pues, la forma, no el fondo.
Culpables somos también los medios, que nos prestamos al “desprestigio” de algunos seleccionados sin presentar análisis más profundos de la situación. Culpables también los jugadores y los federativos en no informar de manera pronta y oportuna sobre las crisis, de tal manera que fuera inviable especular. O algunos periodistas que, por ser más cercano a un interés o a otro, atacan también sin profundizar, o defienden lo indefendible.
Al final, todos somos culpables en uno u otro grado de la situación que vive nuestro fútbol por dedicarnos más en atacar que a solucionar. Así, aunque en unas horas le ganemos a Canadá, seamos sinceros, perdimos todos. No vamos a clasificar a la hexagonal. Ojalá me equivoque. No vamos a clasificar al Mundial de Rusia, y si seguimos en esta línea, no vamos a ir a Qatar ni a un Mundial en mil años.