Tengo 15 años y estoy contento porque pasé a noveno grado, en un lugar que se llama Centro Escolar Católico San Tarcisio, del cantón San José Cortez de Ciudad Delgado. Por eso, asisto a entrenar a la escuela de Fundamadrid de la sede Insinca, en Apopa, desde hace seis años. Mi abuela me acompaña, nunca voy solo.
Pero para ir al entrenamiento, tengo que recorrer, para llegar a la carretera principal cinco kilómetros, pasando varios montes. Después, agarro un bus para ir el entreno. Es decir que camino una hora con 15 minutos, más o menos. Para ir a estudiar, camino tres kilómetros.
El río está distribuido en distintos tramos, pero cuando se crece no voy a entrenar, y nunca me he arriesgado a pasarlo. Antes, no le habían construido una especia de puente, pero también se rebalsa, igual a veces tengo que mojarme los zapatos.
Donde vivo, que somos siete personas, es peligroso por las padillas, pero no salgo a la calle y si veo a los jóvenes los saludo, los respeto y ellos a mí.
Estar en Fundamadrid me ha ayudado con la disciplina, a no ir por el mal camino, ha llevarme con otras personas y a tener confianza a los amigos, que son otra familia y a conocer un deporte hermoso.
En el futuro, me gustaría estudiar hostelería y turismo, y quisiera ser un mesero, eso es lo que más me gusta. Igual que esta experiencia que estoy teniendo, que me tiene alegre por conocer otro país, el Real Madrid y hacer amigos de otras sedes, con quienes nos hemos divertido.