En nuestro fútbol nos estamos acostumbrando a hablar de todo, menos de balompié. Lastimosamente, el fútbol salvadoreño se convirtió, de presto, en una telenovela que va de pico en pico, de suspenso en suspenso. Y todo en medio de cuartos de final del torneo, de una eliminatoria mundialista, de eliminatorias olímpicas, de eliminatorias juveniles, etc. pero no, hablamos, como dice un colega, de “sobornos ahora, de amaños antes, de huelgas hace unos días”. Pena.
Hoy el capítulo de esta tragicomedia en que se ha convertido nuestro fútbol es el famoso FIFA Gate. Para muchos, era inevitable que nos iba a tocar un pedazo del escándalo mundial. Se habla de sobornos para aceptar amistosos en partidos que están sospechados de amaño. Se habla de sobornos en las últimas cuatro administraciones de la Fesfut. Se habla de dirigentes que llegaron ofreciendo las estrellas y la luna para rescatar a un fútbol moribundo. Se habla de conspiradores que ya no estaban, pero que siguieron manteniendo influencia en el directorio federativo. Se habla, se habla…
Para mientras, el fútbol languidece ante la voracidad de unos pocos que, aparentemente, han hecho del fútbol un lecho para conseguir privilegios y algo más. Y de otros muchos que asisten como espectadores de lujo, pero que claman por la reestructuración, por la reingeniería, por el cambio de timón sin levantar la mano.
Hoy el dirigente tiene el enorme reto de rescatar la poca credibilidad que le quedaba después de tantos tumbos. El problema es que el fútbol urge, está en cuidados intensivos y su recuperación pasa, quizás, por una reingeniería, por un cambio de timón.