Los músculos y el ácido láctico
Los músculos son fibras motoras que mueven cada una de las partes del cuerpo. No puedes hablar, ni respirar, ni comer, ni desplazarte de un lugar a otro, si no usas tus músculos. Los que usamos al correr o movernos son llamados músculos esqueléticos voluntarios, pues los puedes controlar y, al contraerse, movilizan los huesos.
Éstos queman el azúcar que has consumido doce horas antes de ejercitarte, al momento de hacer ejercicio. Es por esto que los atletas que practican deporte por mucho tiempo, requieren de grandes cantidades de azúcar en los músculos.
Cuando los músculos se quedan sin azúcar, se da algo llamado depleción. Los músculos se tornan pesados. Los boxeadores le llaman “brazos caídos”, los ciclistas “pinchar” y los corredores “golpear la pared”.
Cuando los músculos queman azúcar, ésta pasa a ser un producto químico llamado ácido pirúvico, que se convierte en dióxido de carbono y agua, el cual es expulsado por los pulmones y otra parte se vuelve azúcar y energía. Si no hay suficiente oxígeno en los músculos o se ha realizado mucho entreno, el ácido pirúvico se convierte en ácido láctico que se acumula en los músculos y puede llegar a circular en el torrente sanguíneo.
El ácido láctico impide la contracción muscular e incrementa la dificultad del músculo para funcionar correctamente. Además este ácido se mueve alrededor de las fibras musculares y órganos que incluyen el corazón, y agota al cuerpo, pero si la persona está bien entrenada, puede usarlo como una excelente fuente de energía.
La vida media del ácido láctico es de 15 a 25 minutos y en una hora su presencia puede desaparecer del músculo del cuerpo. Si sientes los músculos muy duros, como los muslos y glúteos, es probable que mucho entreno y velocidad hayan causado que el ácido láctico se acumulara en ellos. Sus niveles elevados en los músculos pueden llegar a provocar calambres y a paralizarlos.
También por la falta de oxígeno a nivel muscular empiezas a respirar con fuerza y a bocanadas, pues tu cuerpo trata de compensar con más oxigenación la deuda del mismo. Entre más duro entrenes, más oxígeno necesitas y ante una deuda de esta, se formará ácido láctico que rápidamente limita la cantidad de trabajo que tú puedas desarrollar.
Conforme el músculo se va cansando, este ácido pierde la habilidad de responder a los impulsos nerviosos y disminuye la eficiencia de eliminar los productos de desecho y toxinas. En muchos deportes y en especial en las competencias pedestres, puede significar la diferencia entre ganar o perder.
¿Cómo mejorar la resistencia y evitar la acumulación de ácido láctico?
Como hemos dicho anteriormente, la acumulación de ácido láctico que disminuye la habilidad del músculo a responder -llamada acidosis-, es un factor que limita el buen rendimiento del atleta.
Entrenar en tu zona lactato es el mejor indicador de resistencia prolongada. Corre a 80% de tu máximo pulso cardíaco, a paso uniforme porque produce menos lactato y mejora tu rendimiento desde los 1,600 metros hasta los 42 kilómetros. La idea es que tienes que correr veloz pero no a paso de competencia. No hay que atravesar la zona lactato. Esto es un excelente método de entreno.
También es importante mejorar tu tolerancia al dolor, aunque tampoco debes abusar. Con esto notarás lo bien que te sentirás. Todo esto dentro de una base de entrenos que no dejen residuos en el metabolismo, y si las hay serán pequeñas cantidades dentro del organismo. Evalúa en dónde estás actualmente, a dónde quieres llegar y cuándo lo harás.
Otros consejos que te pueden ayudar son practicar yoga, hacer una dieta combinada de carbohidratos y proteínas, practicar distintas técnicas respiratorias, hacer estiramientos diarios, dormir suficiente y descansar para relajarte y recuperarte. Esto hará que tu carrera sea una maravilla y así podrás gozar de ella al máximo.