Una fiesta Monumental

No existía otro día, era el de la final. Y con un estadio casi con un lleno total, la fiesta era propicia para poner las pieles enchinadas

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Foto Por edhdep

Por Varinia Escalante / Twitter: @VSkalanT

2015-12-20 2:54:00

Un carnaval. Ese que solo el fútbol suele dar. El tinte blanco y azulgrana, juntos pero no revueltos, ahí en la misma grada, pero con muchos metros de distancia. Así, la final se pintó completa sola ayer en el Cuscatlán, con el fútbol como bocadillo especial y con miles de hinchas saboreando desde la cara de la moneda de Alianza o de FAS.

Muchas horas valieron la pena para esperar el espectáculo. Muchos albos, incluso, pernoctaron en las afueras de las boleterías del estadio para poder ser los primeros en ingresar al estadio. Otros, como comentaron a voces en un recinto donde ni siquiera el corazón podía hablar “suavecito”, llegaron desde las 5:00 de la mañana para ser de los afortunados en ver primero el Cusca.

No existía otro día, era el de la final. Y con un estadio casi con un lleno total, la fiesta era propicia para poner las pieles enchinadas y sentir la adrenalida que desde hace mucho tiempo ni albos, ni santanecos sentían por su equipo. Por eso, la inspiración llegó a cada cántico de las barras, y sus ídolos en el engramillado pudieron sentirlo con el alma.

Las orquestas se inspiraron en los graderíos al unísono. Mientras las manos alzadas ondeaban camisetas de Alianza, en los sectores nortes, saltaban los hinchas de FAS y aplaudían. Los coros se repartían también a cual más sobresalía y ahogaba al otro. “Se mueve la banda de rojo…”, gritaban a pulmón los tigrillos, en el lado sur; y la respuesta: “Olé, olé, olé, cada día te quiero más, yooo soy Alianza, un sentimiento…”, se escuchaba desgarrado en las gargantas paquidermas.

La intensidad de la fe de cada aficionado fue total, de entrega completa, en un ambiente único y esperado desde hace muchos días. La locura al recibir a cada equipo fue la lógica. Y vivir cada instante del partido, de forma particular desde caras hasta cuerpos con pinturas alusivas a sus equipos, y el infaltable: “¿Cómo no te voy a querer?” de Alianza, en contraste con el empuje de la Turba Roja se pusieron de diez para un espectáculo único. 

Dos distintos reunidos en el mismo lugar, para poner la cereza del pastel a un Apertura 2015 tan particular, para la memoria de todos los que disfrutaron de la final con el alma y con toda la vibra que impregnaron en la grada.