Por un mejor planeta azul

Se viene un torneo crucial para el Atlético Marte y debe encararlo con seriedad y responsabilidad

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Atlético Marte tendrá que buscar la mayor cantidad de puntos que pueda para salvar la categoría. Foto EDH

Por Manuel Cañadas | Twitter: @Memecanadas

2015-12-23 2:32:00

El Atlético Marte dio la lista de sus jugadores transferibles y la semana pasada hizo visorías con aspirantes a integrar sus filas. Se viene un torneo Clausura que se debe encarar de la manera más responsable pues lleva inherente la amenaza del descenso, luego de que en la pasada temporada se perdiera la categoría y solamente se recuperara haciendo una elevada inversión económica. En los últimos tiempos, la dirigencia marciana ha desarrollado una política de puertas abiertas dejando ir a sus mejores figuras y quedándose a promover caras nuevas.

Si bien es necesario tal situación, la caridad empieza por casa y hay que asegurarse. El tema es que por ahora los azules deben ver como levantan un nuevo equipo sobre la base del recurso humano con que cuentan. Se viene de un descenso y si el equipo está vigente en la Primera, es gracias al esfuerzo de un grupo de personas que ha sacrificado su bolsillo para lograrlo. Y debemos decirlo, este Marte es un legado de Raúl Magña y hay que conservarlo. Cuando Raúl lo tomó en 2005, elaboró un proyecto que dio dividendos, en el otoño de su vida y a despecho de su salud y su tranquilidad emocional, se entregó con una tenacidad rayana en la obsesión para devolverle la categoría al Marte. 

“Eso será parte de mi legado” me expresó en una de las canchas externas del Cuscatlán”. Y tal hazaña que lo honró aún más, hizo que los marcianos lo entronizaron como su Santo Patrono. Es que el Marte es una tradición de nuestra gente, que representa el vivir al filo del abismo, esperando tiempos mejores, frustrados porque los otros nos han ganado, más no vencido; con las ilusiones rotas, ansiosos por retomar el lugar que nos corresponde en la tómbola futbolística. 

Llevamos años en que las campañas más recurrentes han sido la agonía de mantenernos en la Liga. Y en la venida a menos nos hemos vuelto casi socios de las derrotas, hemos aprendido a aceptarlas como que si fueran de esos incómodos parientes cercanos. Nos resignamos con los partidos perdidos sobre la hora o por errores nuestros; los empates nos saben a gloria y los triunfos un milagro, como que si el futuro no existiera y cada alegría podría ser la última. 

Así que una victoria sonora nos entona para asimilar varias caídas, de lo contrario viviríamos en la tristeza. Nuestro grito de batalla “Marte inmortal” a veces me parece un premio de consuelo condenado a desaparecer, pero sigue ahí y sus militantes somos escasos pero fieles.

Otros cuadros pueden perder y de inmediato sus aficionados losabandonan, pero los escasos marcianos somos obstinados como los soldados de Leonidas defendiendo su acantilado de las Termópilas, 300 o menos y a la carga. La afición azul ha llegado a sentir que el éxito no depende de los títulos sino de recordar los batallas ganadas, su fe en los muchachos no proviene del rendimiento sino de la esperanza de lo que pueden lograr. 

Una derrota del Alianza hace que muchos de sus adeptos salgan en tropel del estadio buscando quien se las pague; una derrota del FAS, del Águila provoca que sus jugadores y el técnico sean vilipendiados y la dirigencia haga una reunión urgente para relevarlo. Pero una derrota del Marte nos hermana, da paso a que nos abracemos, nos soquemos el cincho y pensemos en días mejores. Para el escritor Julián Marías “el fútbol es la recuperación semanal de la infancia”, pero también es temor y ansiedad, dramaticidad y zozobra, una mezcla de sentimentalidad y salvajismo, una escuela de virtudes y resoluciones, la escenificación de la épica al alcance de todos.

Y el zocar por nuestros colores, nos devuelve a la niñez. Integramos una estóica cofradía encabezada por Helio Guardado, Hugo Carrillo, Nohemy y Armando Platero, con otros tantos sufridos como Salvador Batres, Víctor Cáder, Carlos Chicas, Jeannette Ruiz y su hija Camila, Samuel Ayala, Carlos “Papo” Castro Borja, Ramón Fagoaga, “Pachín” González, José Manuel “Gato” Castillo, Guillermo Castro y tantos más. Hacemos votos pues, porque en el nuevo año las alegrías superen a la tristezas en el querido planeta azul.