El corazón de Curazao está en esas edificaciones rosa, verde claro, azul, marrón, verde oscuro, rosado… esa mixtura entre la alegría caribeña, la sonoridad del papiamento y la herencia de la cultura holandesa, toda a la orilla del suave oleaje.
Esa bahía que atraviesa el corazón de Willemstad atrae a turistas del Viejo Continente y de Colombia, Estados Unidos, Canadá, Venezuela, Brasil… no son más de cinco cuadras, pero son suficientes para darle a esta isla una fama mundial.
Sabedores de que el turismo representa su principal fuente de ingreso, las autoridades curazoleñas han dado facilidades a los visitantes. El centro de Willemstad cuenta con Internet inalámbrico gratuito en esos bloques, y aunque hay un poco de tráfico por algunas remodelaciones de calles y edificios, todo es en pro de un ambiente todavía más ordenado, alegre y seguro.
El otro ingreso de Curazao es la refinación de petróleo y también hay fábricas en buena parte de la isla; pero enamorar a los turistas sigue siendo la razón de ser de esta isla con nombre de licor, palabra con alma de música y olor a Caribe en cada rincón.