San Miguel no fue calor como se espera. No hubo vapor si no un clima agradable y viento, mucho viento y, una gran tormenta que terminó suspendiendo el partido.
Justo cuando el himno nacional se entonó en el Barraza se vino una amenaza de lluvia y muchos que no habían ccomprado su boleto a platea terminaron refugiándose allí por temor a mojarse.
El plantel de Águila se disponía a saludar a sus aficionados y éstos, que por tradición, le lanzan papel cortado, vieron como se vivió un espectáculo fuera de lo común gracias a la fuerte brisa.
Pero poco a poco esa lluvia se fue a otro lado y el partido se realizó sin dificultades hasta los 20 minutos. Luego volvió para quedarse con truenos y relámpagos. Parecía más una orquesta en el cielo que tenía más resonancia que los bombos de La Inmortal.
En la cancha desde la media hora, la grama estaba resbaladiza y varios jugadores patinaron, entre ellos Santos Ortiz y Juan Barahona, en jugadas que pudieron terminar en gol.
De los técnicos, solo Eraldo Correia no le importó mojarse pese a portar una capa color naranja, para no desentonar con el color de su equipo; en tanto, su homólogo “Pichi” Escudero prefirió quedarse sentado en el banquillo. No se apreciaba si tenía a la mano una chumpa.
La lluvia era intensa y en el medio tiempo obligó a la cuarteta arbitral a realizar una inspección del terreno del juego, en compañía del delegado de cancha para verificar si se podía continuar jugando o si había que suspenderlo.
Al final sucedió lo último. El juego se aplazó para el domingo. Y hubo aficionados que estaban preocupados porque habían tirado su boleto y no sabían si podrían ingresar horas después.