Sabía que esa tarde enfrentaba a la mejor jugadora del mundo. Que jugar ante Serena Williams la obligaba a una realidad: correr. Eso y mantener la pelota dentro de la cancha. La italiana Roberta Vinci estaba segura que, para competir, tendría que correr. No pensó en ganar, no imaginó su festejo tras eliminar a la amplia favorita del cuadro femenino en el U.S. Open de tenis.
No pensó en las portadas que un día más tarde la coronarían como una de las mayores sorpresas del deporte. Roberta Vinci admitió que la meta era competir. Pensó en el camino, el destino la encontraría recibiendo la admiración del mundo deportivo.
Es muy fácil distraerse al pensar antes en el resultado y dejar a un lado el camino a que seguir para conseguirlo. Roberta Vinci pensó primero en mantenerse en el partido. Del otro lado de la cancha estaba una de las mejores, sino la mejor tenista de todos los tiempos. Serena Williams cerca de un registro deportivo logrado apenas en tres ocasiones en la historia del tenis femenino.
Para completar el “Grand Slam”, que es ganar en un mismo año el Abierto de Australia, Roland Garros y Wimbledon, Serena necesitaba ganar el U.S. Open. Williams estaba a dos partidos, ante rivales ante las que nunca antes había perdido.
Roberta Vinci despertó ese viernes, día de las semifinales del U.S. Open, sin tener en mente el triunfo en el partido ante Williams. No porque no estuviera interesada en ganar, pero consciente que para conseguirlo tenía primero que disfrutar, y correr.
Poner la pelota dentro de la cancha y correr, correr, correr. El camino era uno. Jugar de una manera, disfrutar y luego esperar que eso la llevara al triunfo. Al menos la llevaría a la realización de haber hecho lo mejor posible. Al final, ese camino le dio la victoria. Era su día.
Roberta Vinci había conseguido entrar por primera vez a la final de un torneo grande. Llegó a un destino infinitamente mayor al que podría haberse imaginado. El ejemplo de la fuerza de la mente cuando la energía se concentra en un camino. Claro está que hay una meta que es ganar, existe una ambición por llegar a ella. Antes sin embargo, está la relevancia del trayecto y la consecución de los pequeños objetivos que acercan a la meta. Para Vinci uno de esos objetivos era correr, mantener la pelota dentro de la cancha y no pensar que del otro lado estaba la primera jugadora del ranking mundial.
Lo que logró Roberta Vinci, más allá de conseguir lo que para ella parecía imposible, fue recordar que en el deporte lo imposible es todo aquello que no se intenta. Vinci trazó un plan de pequeños objetivos y se fue acercando a un destino mayor. Su resultado fue la consecuencia de un camino. El deporte ofrece una amplia concentración de ejemplos aplicables a otros ámbitos.
El primer partido de la selección nacional de fútbol en la siguiente fase de la eliminatoria mundialista, es en la Ciudad de México. El camino invita a correr, a mantener la pelota en juego y correr. Después, están historias como la de Roberta Vinci.