Por falta de registros, por escasez de archivos, a menos que la memoria de los viejos aficionados, muchos jóvenes ignoran la grandeza de los cracks del pasado, y solamente se remiten a lo que han hecho o hacen en sus incursiones como entrenadores.Pero más allá de que sea uno de los técnicos más cotizados del área, el hondureño Ramón Primitivo Maradiaga fue un portento de futbolista y es ahora el entrenador de la selección nacional.
Como técnico ha tenido una gran participación en las selecciones nacionales de fútbol de Honduras y Guatemala, con las cuales tuvo grandes satisfacciones así como tristezas. Las ha dirigido en procesos mundialistas y además ha trabajado en varios clubes profesionales del istmo incluyendo al Águila de San Miguel.El sábado pasado se despidió del equipo que dirigía en Honduras que le ganó 2-0 a la Real Sociedad.
El Vida y su afición le ofrecieron un acto de despedida y le desearon suerte; en realidad la va a necesitar y mucha. Ahora con su llegada al país, son muchos los que no le conceden avales, de manera que tendrá que hacer pasar sus conocimientos por la prueba de la realidad y encontrar un modo de sacarle lo mejor de sus capacidades a nuestros jugadores, pues sabemos que es un motivador consumado, amante del fútbol de toque, que tiene como base de sustentación el orden y la entrega, eso mismo que supo interpretar en la cancha como que si se tratara de un primer violín.
En realidad fue un crack, un zurdo capaz de regatear en un espacio muy corto, un mentiroso como pocos, ya que siempre mostraba todas las intenciones menos la verdadera para salir muy campante con la cabeza levantada en poder completo del balón. En nuestro medio hizo gala de ello en el Independiente, Águila y el Alianza. Es que cuando el Primi saltaba por la pelota, la frenaba, la dormía y lo acomodaba de un solo toque. A veces la bajaba con tanta suavidad como que si se tratara de un recién nacido y luego para evidenciar su generosidad no tenía incovenientes para entregársela frente al marco a estibadores como el Macho Figueroa, Porfirio Betancourt o Jimmy James Bailey.
Y cuando las agujas del reloj giraban al revés y el sentido del juego se invertía, como hábil timonel sacaba su clase y le daba nuevo rumbo a la nave.Por eso su carrera futbolística fue una contínua manifestación de calidad y talento.En realidad ha cambiado tan poco desde aquella época, siempre humilde siempre accesible. Siendo ídolo en su país, se decidió por las armas nobles de ser entrenador, y se expuso a que aquella brillante trayectoria quedara olvidada por una derrota de su equipo sobre todo si se trataba del once nacional .
Y se metió a dirigir evidenciando mucho talento y autoridad, para dejar de lado aquella presunción de que los grandes futbolistas siempre están condenados al escepticismo. Y ante las falencias que puedan mostrar sus dirigidos y la imposibilidad de infundirles su genialidad, no tiene reparos en meterse en la cancha para demostrar las cosas por las cosas mismas. Y en esa tarea está muy bien acompañado por Gilberto Yearwood que fuera un crack de clase mundial.
El Primitivo Maradiaga es pues un gran motivador, quien sabe elegir sus jugadores e impulsarlos en pos de la victoria.Y ahora se lanza en una nueva aventura, con un equipo que dista mucho de tener la materia prima que pudiera encontrar en su tierra y lo han traído para buscar una quimera, ya que se trata de uno de esos técnicos que se manejan en un mundo donde solamente hay espacio para los ganadores.Ahora se moverá al borde de la cornisa, apurando al máximo los recursos de nuestros jugadores, leyendo con sabiduría en el entrecejo de la competencia tal como debe corresponder a un perito consumado. Ahora el Primi es el entrenador de la Selecta y es un deber patriótico apoyarlo y ayudarle para que pueda conseguir sus objetivos, que son los de todos nosotros.