El fútbol ha demostrado que no está reñido con la cultura y el intelecto, cada vez son más los futbolistas que han entendido que se trata de una carrera de corto plazo, a menudo precaria y de constante transición, por lo cual se preparan para cuando llegue el retiro.
Aunque un prospecto muestre dedicación, buen rendimiento y comportamiento adecuado, siempre está siendo observado en sus actitudes y no solamente en lo que hace con el balón. Se vuelve pues un modelo de conducta no solo en la cancha sino fuera de ella.
En nuestro medio y a raiz de los amaños, la profesión vino a menos, la imagen quedó deteriorada y toca a las nuevas generaciones dignificarla y reivindicarla. Algunos futbolistas, conscientes de la imagen que tienen de cara a la galería han optado por la corrección y han desterrado algo que se había puesto de moda y parecía en concordancia con los amañadores: los tatuajes, y los pelos teñidos.
Es que el aficionado no busca tales gracias, no se fija en esas sandeces; es más importante que un jugador sepa hacer un control orientado que una cabeza rapada o teñida; un buen centro que deje a un compañero con el arco a placer que un arito mal colocado; una destreza bien realizada que un tatuaje de mal gusto cuyo significado ni ellos lo saben.
Se debe entender que los aficionados llegan a ver buenas jugadas, goles y por sobre todo entrega; los payasos que vayan al circo.
Antiguamente se tenía la idea de que los futbolistas eran amantes de los bares, cantinas y casas de poca monta, pues su tiempo libre lo empleaban de manera improductiva, para emborracharse o vagar, muy pocos cultivaban su intelecto. Con el tiempo aparecieron los que se inclinaban por las drogas y se caracterizaban por el desaliño y la indiferencia hacia su cuido e higiene personal.
Ahora por lo visto hay otras modas si se les puede llamar así, pero causa tristeza que cipotes que comienzan su andadura, salen a la cancha como que si fueran payasos y cuando les llega la pelota no saben qué hacer con ella.
El fútbol es un deporte de equipo donde los jugadores están sometidos al escrutinio de la afición, la prensa e incluso de sus propios dirigentes y por supuesto de los miembros del cuerpo técnico, quienes hacen todo lo que pueden para lograr el éxito poniendo lo mejor de sus conocimientos. Por eso un futbolista debe ser capaz de aceptar sus decisiones sin descomponerse o hacer berrinches.
Un jugador que se niega a comunicarse adecuadamente con sus compañeros y con el cuerpo técnico es una desventaja en un equipo y lo más probable es que no llegue muy lejos. Los buenos modales y el comportarse de un modo socialmente aceptable, demuestra respeto, cuidado y consideración por los demás. Y esas conductas ayudan a tener mejores relaciones con la gente que se mueve en el entorno.
En nuestro medio ya son más los jugadores que están interesados en tener una buena imagen como modelos de conducta deseable. Además de tomarlo en cuenta deben saber que eso los proyecta de manera muy positiva en la comunidad. Y esa tendría que ser una de las condiciones que un técnico exija a sus dirigidos quienes debe atender lo informativo y lo formativo tal como en la escuela.
Lo primero debería ser el dominio elemental del juego, cumplir con los principios que pasan por el rendimiento desde los físico, técnico, táctico y estratégico; lo otro es parte de la conducta.
De ahí que si algo bueno dejó el castigo para los que traicionaron los colores azul y blanco, fue el haberse desterrado algunos promotores de tan aberrantes costumbres.
Es que uno se imaginaba que mientras los aficionados se preparaban para asistir al estadio, ellos estaban en manos de la estilista o el estilista haciéndose el corte de pelo o la teñida, en lugar de concentrase en lo que les compete que es prepararse mentalmente para rendir en la cancha.
Es que causa pena y no poca, ver un prospecto criollo con sus facciones marcadas por nuestra raza, con el pelo teñido de rubio.
Video tomado de ESPN