Buenos jugadores con sus clubes, pero con sus selecciones…

No todos los futbolistas que rinden a nivel doméstico marcan diferencias cuando llegan al equipo nacional. Pasa en Europa, en Sudamérica y también en El Salvador…

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Irvin Herrera tiene pendiente aún romperrla en la Azul. ¿Lo conseguirá?

Por Claudio Martínez | Twitter: @Martinezchino

2015-10-18 7:13:00

Puede ser que el fútbol sea diferente en cada país, pero hay cosas que no cambian, que van más allá de cualquier geografía. Cuando un jugador empieza a despuntar en el fútbol doméstico, y más si lo hace con goles, el clamor popular exige que de inmediato sea convocado a la Selección Nacional.

Pasa aquí en El Salvador, también en Argentina, Brasil, Inglaterra o México. Lo pide la afición, lo reclama el periodismo…

Estar arriba en la tabla de goleadores o hilvanar varias actuaciones buenas sin duda que debería ser mérito suficiente para ser considerado para el equipo nacional. Nadie podrá negarles el derecho a una oportunidad. Se la han ganado. En esa situación están ahora Irvin Herrera y David Rugamas (convocados por Roca, luego por Zarco Rodríguez y recientemente por Maradiaga), como en otro momento estuvieron César Larios, Léster Blanco, Alex Campos o Carlos Ayala.

Sin embargo, a lo largo de la historia hay decenas de casos de jugadores que son el fiel reflejo de que se puede ser exitoso y efectivo a nivel de clubes y ser completamente intrascendente a nivel de Selección.

Sin ir más lejos, los dos máximos goleadores salvadoreños a nivel doméstico, Williams Reyes y David Cabrera (más de 500 goles combinados entre ambos), no han podido trasladar esa explosividad goleadora en la Selecta. Reyes, hondureño naturalizado salvadoreño y autor de 271 goles en los torneos locales, no ha anotado ni un gol en los 17 juegos que estuvo con la azul. En el caso de David Cabrera, apenas 2 tantos, ambos en 1976. 

Este tampoco es un fenómeno local. El caso más notorio probablemente sea el del peruano Claudio Pizarro, actual delantero del Werder Bremen y máximo extranjero goleador en la Bundesliga con 176 goles, pero que nunca rindió satisfactoriamente con su selección, donde apenas anotó 20 goles en 82 partidos. El periodismo peruano le acusa de no estar comprometido y cada vez que resaltan sus excelentes números en el exterior también le recuerdan su deuda histórica con su país.

Otro caso interesante es Carlos Bianchi, al que muchos recuerdan como entrenador de Vélez y Boca. Se trató de un goleador extraordinario: 206 en Primera División jugando para Vélez y 190 en la Ligue 1 para el PSG, Reims y Strasbourg. Pero esos 396 casi no le dieron paso para ser un fijo en la Selección de Argentina, donde solo participó 11 juegos (7 goles).

Existieron pocos jugadores con olfato tan goleador como el paraguayo José Saturnino Cardozo, legendario jugador de Olimpia y Toluca, con más de 300 goles en liga. Sin embargo, su paso por la selección guaraní tiene poco de espectacular: 25 goles en 82 partidos. No está mal, pero no puede compararse con su rendimiento en clubes, especialmente en su paso por México.

Muchos más asombrosos son los números del inglés Andy Cole, segundo máximo goleador de la historia de la Premier League. Tiene 187 goles y solo es superado por Alan Shearer, con 260. A pesar de ser un tremendo goleador, el ex delantero del Manchester United y Blackburn Rovers, su paso por la selección inglesa fue lamentable: 1 gol en 15 partidos. Sin tratarse de goleadores, hay otros dos jugadores que siempre han rendido muy por debajo de su nivel en la selección inglesa respecto de sus clubes: Paul Scholes y Frank Lampard. 

Ser un romperredes en la liga local no siempre garantiza un puesto en la selección. Otro caso interesante es el del francés Hervé Revelli, estrella del Saint-Etienne entre los años 60 y 70 y tercer máximo anotar de la historia, con más de 240 goles domésticos y que nunca destacó demasiado en su selección (15 goles en toda su carrera).

En Italia, el ejemplo más claro es Antonio Di Natale, que lleva 208 goles en la Serie A (el sexto mejor registro de todos los tiempos en el Calcio) y con la Azzurra siempre estuvo relegado (11 goles en 42 partidos).

También es curioso el caso del holandés Willy van der Kuijlen, emblema del PSV entre 1964 y 1981. Se trata del máximo goleador en la historia de la Eredivisie, con 340 tantos. Su paso por la Oranje, en cambio, fue más que discreto. Solo participó en 22 partidos y anotó 7 goles.

En Estados Unidos hay un caso particular. El segundo futbolista más goleador de la historia de la MLS, Jeff Cunningham, con 134 goles, apenas tuvo oportunidades de jugar en la selección de su país por adopción (es jamaiquino, pero se nacionalizó). Entre el período 2001 y 2010 solo jugó 14 partidos y anotó un gol.

Por su parte, en Costa Rica, el máximo anotador histórico es Víctor “Mambo” Núñez, con 218 goles en la liga. Pero a nivel de selección apenas ha jugado 28 juegos y ha anotado 6 goles, los mismos que tiene Jaime Alas en la Selecta, que no es ni delantero ni jugador de área.

Estos ejemplos solo sirven para demostrar que hay jugadores de clubes y jugadores de selección. No necesariamente que rindan bien en sus equipos significa que lo vayan a hacer en el equipo nacional. Pero la única manera de saberlo es probándolos, dándoles esa oportunidad que genuinamente se han ganado en el torneo local y tenerles un poco de paciencia.

En esa situación están en estos momentos Irvin Herrera y David Rugamas. Indudablemente ya son jugadores de clubes. Su gran reto es convertirse en jugadores de Selección.