El triunfo sobre la tragedia

Jorge García es el portero de la selección nacional de amputados, que se apresta a jugar la Copa América el próximo mes en Guadalajara

descripción de la imagen

El perder su brazo derecho tras un accidente de tránsito, no impidió que Jorge García, cumpliera su sueño de formar parte de una selección nacional. Conoce la historia del portero de la Selección de Amputados

/ Foto Por edhdeportes

Por Manuel Cañadas

2015-10-26 7:18:00

Trabajaba en un restaurante en La Unión y la noche del 25 de enero de 1994, al cerrar las actividades, fueron a dejar a sus casas a los empleados. Iban diez personas en la parte de atrás de un pickup, cuando un camión los embistió y para su desgracia fue el único perjudicado. 
En su agonía, Jorge García vio que su brazo quedó pegado en la cama del camión y que alguien se encargó de ponerlo en una hielera, pero el inexperto policía que estaba haciendo el parte no permitió que se lo llevaran pues era la evidencia. 

Tenía 14 años, y en sus momentos libres iba a Usulután a entrenar como delantero con el Luis Ángel Firpo, donde brillaban Raúl Toro, Leonel Cárcamo Batres, Giovani Trigueros, Fernando de Moura, Carlos Cacho” Meléndez. 

Lo primero que pensó fue que su sueño de ser futbolista se había terminado.

De pronto había perdido un brazo, la piel se le había desgarrado a la altura del hombro y lo trasladaron al Hospital San Juan de Dios de San Miguel, donde los médicos le aplicaron anestesia; la sangre manaba a borbotones, se esmeraron en contener la hemorragia y le hacían transfusiones por la vía intravenosa al tiempo que suturaban las heridas. Pero era tan grande el dolor que ni siquiera la morfina le hacía efecto. 
Durante los 17 días que estuvo hospitalizado rebajó un montón de libras y los pasó sumido en un dolor profundo como que si ardiera por dentro. 

Proveniente de un hogar desintegrado le había tocado bregar en solitario, no obstante su madre se trasladó a La Unión para cuidarlo. 

Todos hemos sufrido alguna vez pero aquel suplicio fue constante, día tras días, semanas tras semana, mes tras mes que lo hacía caer en interminables ciclos de ansiedad, depresión, pérdida del apetito, del sueño, incluso una persistente sensación angustiosa de dolor en el brazo derecho aunque ya no lo tuviera. 

“La gente del hospital fue muy buena conmigo y hasta me ayudó a acudir a mis propias capacidades mentales para combatir el dolor y la frustración”, expresa. Como suele suceder con todos los amputados sufrió constantemente y todavía tiene algunas recurrencias del Síndrome del Miembros Ausente, pero eso no lo arredró. 

“Mi psicólogo, siquiatra y fisioterapista fue Dios desde que estaba en el hospital”, expresa. 

Después de la amputación sentía que los dedos le dolían y le picaban. 

Sucede que a pesar de no tener el brazo, el cerebro aún no se ha enterado y sigue dándole órdenes, como si aún estuviera. 

Alguien le aconsejó que se repitiera frente al espejo. ¡No tengo brazo derecho, no tengo brazo derecho, no tengo brazo derecho”, intentando que el cerebro se acostumbrara a la idea y dejara de sentir ese dolor. Durante su convalecencia tuvo los solícitos cuidados de su madre, pero muy luego debió aprender a bañarse, vestirse, peinarse, lavarse los dientes o realizar otras tareas.

Algunas veces cuando no había nadie en su casa debía buscar ayuda pero asumió su tragedia con la cabeza en alto, entendiendo que de tal oscuridad, podía seguir adelante. 

Jorge siempre ha sido optimista y superó la pérdida incluso antes de que lo hiciera su madre y sus tres hermanos. Luego se trasladó a San Salvador, se afincó en la colonia Santa Lucía y decidió que eso no lo iba a a limitar. 

Para entonces ya podía realizar muchas actividades con una sola mano. En el Instituto de la Santa Lucía sacó su bachillerato en contaduría, derivó en un gran estudiante, con las mejores notas, muy diferente a su etapa normal donde era reacio a las clases. Posteriormente, con su bachillerato ganado, aplicó en un montón de trabajos pero fueron vanos intentos, ya que en ninguna parte lo contrataron. Por esos días conoció al Rambo Maravilla uno de los pioneros de la selección de amputados que había logrado tres campeonatos mundiales. Este lo invitó a los entrenos en la Fuerza Aérea Salvadoreña y descubrió que según las reglas internacionales, el arquero debería carecer de un brazo. Nuestro héroe sintió que su vida cambiaba por completo y se congratuló por el hecho de estar luchando, pues en cada día veía una nueva dificultad a superar.

Comenzó a jugar el arco con un solo brazo, con un alborozo tal, casi mayor que cuando estaba completo. Desde entonces y con la selección nacional de amputados ha participado en tres campeonato mundiales, uno en Rusia y dos en Argentina; en dos copas América en México y Argentina y se apresta ahora a disputar el otro mes, una nueva copa en Guadalajara. 

El fútbol puede verse desde diversos ángulos, para Jorge ha sido una fuente de inspiración, porque el placer recibido al practicarlo no es otro que el que se deriva de la acción misma realizada, como un placer funcional, como pintar un cuadro, admirar un paisaje, ejecutar un instrumento musical. La belleza de todo ello es disfrutada en sí misma; tal aseveración puede parecer idealista, romántica, porque buscar otro matiz cualquiera podría ser menos hermoso y gratificante. 

Para Jorge el fútbol es su mayor placer, toda una gracia, pues es lo que más ama hacer.

“En realidad disfruto al máximo lo que hago, pero no bastaba mi victoria personal, hasta el día en que tomé conciencia que si yo puedo hacer tantas cosas, quizás otras personas privadas de lo mismo puedan aprender a hacerlo, nada me compensaría más que servir de ejemplo”, expresa.

ATENCIÓN A LOS CLIENTES
En la actualidad las personas que llegan a la agencia de la ANDA en Metrosur tendrían muy pocas razones para sospechar todo lo que este joven de buenos modales ha vivido. Llegó a ese lugar gracias a un enorme futbolista, Jaime “Chelona” Rodríguez. “No lograba conseguir trabajo pese a que tenía mi bachillerato en contaduría y había sacado cursos de computación”.

En 2010 abordé a Jaime “Chelona” Rodríguez y le expuse mi caso. Tomó nota y me dijo que esperara. A las dos semanas me hablaron de la ANDA y me dieron una plaza en el departamento de Servicio al Cliente. “Nunca me cansaré de agradecerle, ni las bondades de la gente de la ANDA, el trato de mis compañeros, su solidaridad; todo ello facilita que pueda defender los colores azul y blanco en las competencias donde soy el hombre más feliz, incluso algunas veces he llegado a pensar que esa amputación es lo mejor que me ha pasado, pues me privó del fútbol profesional pero me puso en un lugar donde soy feliz, donde me siento libre cuando compito, cuando juego, o cuando entreno”.

Con su amiga la pelota
Jorge García es el portero de la selección nacional de amputados, al mismo tiempo es el delegado para la Federación Interamericana de Fútbol de Amputados. Ha asistido a tres mundiales y a dos copas América y, ahora se apresta a participar en un nuevo desafío el otro mes en Guadalajara. Su meta es superar el tercer lugar que ganaron en Argentina en 2009 detrás de Brasil y de los anfitriones.

En noviembre en Guadalajara
La selección nacional de fútbol de amputados disputará la Copa América en el mes de noviembre en Guadalajara y para ello entrenan intensamente. Sus integrantes llevan como meta superar el tercer lugar que ganaron en 2009 en Argentina. En esa oportunidad el campeón fue el equipo brasileño.

Con el Caly Cañadas
Jorge García, tuvo oportunidad de entrevistarse con el Caly Cañadas, preparador de porteros de las selecciones nacionales quien lo invitó a recibir algunos entrenos, además le obsequió implementos y le entregó un video con un saludo del “Mágico” González que se viralizó en las redes sociales.

Empleado eficiente
Las personas que llegan a la oficina de Servicio al Cliente de la ANDA y son atendidos por Joge García se llevan una buena impresión por sus modales y por sobre todo su eficiencia. Ya ciumplió cuatro años de laborar en la entidad autónoma y se muestra agradecido con sus superiores y sus compañeros.