Fuego cruzado

Jugadores vs Fesfut, un juego en el que todos pierden. Y por goleada.

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El trabajo de la Selecta sigue en el aire debido al conflicto entre los jugadores y miembros de la Fesfut. 

/ Foto Por Archivo

Por Claudio Martínez | Twitter: @martinezchino

2015-10-28 8:25:00

El absurdo enfrentamiento entre futbolistas y dirigentes ha dejado a la Selecta agonizando, herida de muerte, al borde de la eliminación antes de empezar esta fase de la Eliminatoria. Porque si el grupo ya era difícil de por sí, esta disputa inútil que reabre heridas y cierra oportunidades ha privado a El Salvador de sacar provecho de uno de los pocos privilegios que contaba respecto de sus rivales: poder entrenarse antes que el resto, al menos con un grupo de futbolistas locales. 

Mientras la Fesfut no establezca políticas claras, seguirán ocurriendo cosas como estas. Es indudable que se desatendieron del tema o lo tomaron muy a la ligera, y les explotó en la cara. El petitorio de los jugadores, con muchos puntos legítimamente válidos y otros tantos cuestionables, acabó siendo una bomba de tiempo que nadie se preocupó en desactivar.

Los futbolistas dejaron en ridículo a la Fesfut al abandonar la concentración el domingo por la noche exponiendo la lentitud de los federativos para resolver el tema. Quizás los seleccionados no pensaron que la afición reprobaría esa acción hasta convertirlos en “mercenarios” o “extorsionadores”, como pasaron a llamarlos unas horas después, especialmente cuando la Fesfut devolvió “la gentileza” publicando el petitorio con cifras. Primero los jugadores rompen uno de los famosos códigos, el del entrenamiento sagrado al hacer huelga. Luego los federativos rompen otro código, el de divulgar las cifras en vez de negociar en secreto. Guerra declarada.

A pesar de que los jugadores exigen comodidades mínimas para un jugador de Selección, en el petitorio que exhibió la Fesfut hay más beneficios que condiciones, que no es lo mismo. Entre las comodidades está el reclamo por el hotel (válido, aunque allí se alojan atletas internacionales e incluso varios de los equipos de fútbol locales cuando vienen a la Capital) y se quejan de malas experiencias pasadas. 

Piden viajar en un autobús mejor, también entendible. Solicitan mejores rutas de vuelo, también razonable, aunque a veces es inevitable hacer escalas largas, dependiendo del destino final. También piden vuelos en primera clase para los que juegan en Europa y no está mal. Si bien es cierto que esos boletos cuestan el triple de los normales (unos 5,000 dólares cruzar el Atlántico), es clave para que un jugador llegue descansado y no contracturado, cosa que muchas veces ocurre cuando vuelan en el limitado espacio de clase turista. No está mal para alguien que se va de vacaciones, pero sí para un deportistas que horas después tiene que entrenarse o jugar. Pasa por eso, no por si le dan champagne al subir o caviar de cena.

Ahora vamos a los beneficios… Que les den tres boletos para ver los juegos suena lógico, hasta poco… Ellos son los protagonistas: mínimo para la esposa y dos hijos. ¿Premios? Ellos exigen tanto por empate y tanto por ganar. Tienen derecho a solicitarlo, por más que no sea lo ideal. Lo lógico, donde nadie perdería, sería por objetivo cumplido. Si avanzan al hexagonal, por ejemplo, 600,000 dólares a repartir. ¿Cómo se va a negar la Fesfut si ellos van a recibir casi cuatro veces más gracias a la heróica clasificación? Y si logran el boleto al Mundial, unos 2 millones a repartir. ¿Por qué no? Si la Federación se aseguraría unos 9 millones. Pero así, como está planteado, podría darse que por un empate ante Canadá en el Cuscatlán -un pésimo resultado a todas luces- la Fesfut tenga que desembolsar unos 80,000 dólares en retribuciones. Suena ridículo. Socios en la victoria, socios en la derrota.

Otro de los puntos que solicitan los seleccionados es viáticos de 100 dólares libres de impuestos. Actualmente reciben 100, pero le descuentan la renta. Se le llama viáticos, pero en realidad no lo son, ya que con ellos no tienen que pagar ni el alojamiento ni la comida ni el transporte. Un jugador medianamente prudente, sobre todo si no hay casinos cerca, regresa a casa con casi la totalidad de ese dinero. No hay motivos para gastarlos. Es un premio encubierto, que además va más allá del resultado del partido. La queja de los jugadores aquí es por qué los federativos, que tampoco pagan nada, reciben 300. Porque además, en caso de algún gasto extra, éste se pasa aparte.

La novedad, en todo caso, es que ahora los futbolistas piden un bono por cada convocatoria, que en el caso de los “legionarios” es exactamente el doble que el de los que juegan aquí. Los jugadores aducen que eso pasa en otras selecciones. Pero claro, no es lo mismo una selección como la de México, que por cada amistoso recibe más de 900,000 dólares que la de El Salvador, que recibe…. en fin, no lo sabemos, quizás 40,000 dólares, porque la Fesfut -hay que decirlo- revela datos solo cuando le conviene. Algunas veces para demostrar que le ha pagado premio a algún entrenador y otras para desvelar las “astronómicas cifras” que piden los jugadores. En todo caso, cada país tiene su realidad. Y la de El Salvador, aunque duela, está más cerca de St Kitts & Nevis (no cobraban bonos ni premios) que la de México o Estados Unidos.

Varios jugadores, entre ellos el capitán Darwin Cerén, decían que ellos no viven de la fama y que necesitan dinero para comer, por eso el pedido. Quizás sea clave entender que ser jugador de Selección no es un trabajo, es algo más… Nadie debería llegar a la Selección para ganar dinero, aunque luego termine ganándolo, y pueda que mucho. Quien paga el salario a los jugadores, en todo el mundo, es el club. Ese sí es un trabajo.

Ser jugador de selección es una consecuencia de rendir bien en un club, y solo unos pocos lo logran. Tiene dos grandes beneficios, más allá del honor de representar al país: 1) vitrina internacional, que si el futbolista lo aprovecha puede dar el salto a una liga mejor, que equivale a un contrato superior. 2) la posibilidad de ganar dinero alcanzando objetivos, ya sea llegar a semifinales de Copa Oro, hexagonal o clasificación al mismísimo Mundial. Y, en el peor de los casos, en los períodos de derrota, siempre están los viáticos y el salario del club, aunque este en los jugadores del medio local lo acabe pagando la Fesfut porque sus clubes no les abonan los días que están con el equipo nacional.

El cortocircuito -que empezó con algunas quejas de los futbolistas por la demora en la elección del entrenador, luego demandas de mejoras en los hoteles y posteriormente con burlas por la nueva camisa de la Selecta- llegó a un punto sin retorno con la ida de los jugadores de la concentración. No era el momento, aunque parte del reclamo sea legítimo. Tampoco ayudó que la Fesfut haya divulgado en detalle la petición, y mucho menos el segundo desplante de los jugadores, ahora intransigentes, el martes por la mañana, cuando debían presentarse a entrenar y contemplar la contrapropuesta hecha por los federativos, que le concedían un 70% de lo pedido. Además, por supuesto, de los ataques personales entre jugadores y directivos, ese fuego cruzado que no se detiene. 

Y todavía puede ser peor, porque la Fesfut denunció que hay jugadores que presionaron a otros a abandonar el barco y participar de la medida de fuerza contra su voluntad. Si a Rudy Valencia, que solo abandonó la concentración porque no se sentía a gusto y no exigía absolutamente nada, se le sancionó con una multa de 1,200 dólares y cuatro partidos en su club, ¿qué hará con “los rebeldes”? ¿Acabarán con otra generación? ¿Se sentarán a negociar? ¿Llamarán a otros jugadores? Pase lo que pase, algo se rompió en la Selecta. Y no será fácil arreglarlo.