El fútbol es lo que somos

En los últimos días, el fútbol salvadoreño se ha desgastado buscando quién ha cometido el peor de los errores

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Domingo 6 de septiembre de 2015 / Foto Por René Quintanilla

Por Fernando Palomo | Twitter: @Palomo_ESPN

2015-10-28 10:04:00

Ha sucedido y seguirá sucediendo hasta que la preocupación pase por encontrar la solución y no en buscar los culpables. En los últimos días, el fútbol salvadoreño se ha desgastado buscando quién ha cometido el peor de los errores: jugadores o dirigentes. Muy poco tiempo invertido en llegar a las razones que provocan esta vergüenza. Una más de las que rodean al mundo del juego más popular en nuestro país. El fútbol nacional no ha logrado la transformación de la organización sin planificación ni rumbo de los años sesenta. Los resultados en aquellas épocas llegaban compitiendo en una región consumida por la misma dinámica de improvisación. Ahí se quedó el fútbol nacional, en esas formas. No evolucionaron las maneras de gestionar al equipo más importante del fútbol salvadoreño. No se han hecho esfuerzos genuinos para crear una cultura inclinada a las buenas prácticas. 

Los jugadores convocados a la selección nacional tomaron como rehenes a los dirigentes de la Fesfut, sabiendo que el tiempo juega a su favor y que las opciones para solventar el compromiso de la eliminatoria son limitadas. La Fesfut ha coartado por décadas las opciones de una mejor competencia con las selecciones nacionales. Han menospreciado al futbolista nacional, restringiendo su crecimiento hacia el verdadero profesionalismo. La bochornosa situación tiene dos protagonistas, uno tan culpable como el otro.  Los jugadores por la forma, los dirigentes por el fondo. 

Lo que corresponde es encontrar el por qué de la situación. Al hacerlo, eliminar los motivos que lo provocan de una vez por todas. De seguir así, persistirán las condiciones que hicieron al jugador salvadoreño vulnerable a la mayor de las traiciones deportivas: el amaño. No hay que ir muy lejos, los jugadores se han amotinado en contra de la dirigencia del fútbol desde hace cincuenta años y, desde entonces, cada vez que se repite un evento similar; la sociedad del fútbol nacional reclama por la cabeza de algún culpable. Lo que nunca hace esta sociedad y tendría que hacer antes de apresurarse a juicios, es buscar una solución definitiva a los motivos que provocan el motín. 

El jugador de fútbol debe ser eso, jugador de fútbol. El dirigente debe gestionar para que el jugador de fútbol no tenga pretextos, que no le falte nada. Así como en cualquier otro deporte, la función del dirigente deportivo no es limitar las herramientas de trabajo, sí lo es buscar las opciones posibles para que esas herramientas no falten. Para esto se necesita capacidad. 

No preocupa encontrar culpables para esta tragicomedia, tampoco debe interesar su pronta salida. Solventar este nuevo evento sería, como siempre, apenas una solución temporal. El verdadero problema es la ausencia de líderes de fútbol que influyan en la creación de una cultura de respeto hacia la institución que representa la Selección nacional. Líderes positivos.