La crisis actual entre la Fesfut y el grupo de jugadores convocados por “el Primi” Maradiaga no es un hecho sin antecedentes. De hecho, hay todo un carrusel de momentos complicados entre ambos polos, sobre todo cuando en el camino aparecen los famosos temas de viáticos, condiciones, premios por objetivos…
A esto hay que sumar algunos casos de actos de indisciplina, donde directamente el proceder de algunos jugadores llevó al castigo (justificado o no) por parte de la entidad federativas, en distintas épocas.
Desde los lejanos 60s y hasta la actualidad, hay una camándula de hechos que, en el contexto actual, vale la pena recordar.
El 24 de febrero pasado, Álvaro Lizama, jugador de Águila y de la Sub-20, fue sancionado con 3 años, 5 meses y 7 días de castigo, lapso en el cual no podrá jugar en ninguna selección nacional. Dicho período coincide con el último día de gestión de la actual junta directiva. Todo por el insulto -según el jugador fue “cruce de insultos”- a Giovanni Trigueros, auxiliar técnico, durante el juego contra Honduras en el Premundial de Montego Bay, Jamaica. Además, Trigueros ha sido despedido.
No es el primer jugador en recibir un castigo por indisciplina, aunque probablemente sí uno con la pena más extensa. Aquí, obviamente, no se tiene en cuentan los casos de los jugadores castigados por estar involucrados en los amaños, quienes recibieron sanciones temporales (6 meses, un año, 18 meses y 5 años) y de por vida, pero para realizar todo tipo de actividad, no solo en selección, sino en su respectivo club también. En este caso de Lizama, podrá seguir jugando en su equipo sin ningún problema.
¡Hace más de 50 años!
Ya en 1963, en medio del torneo Norceca, tres jugadores de la Selección se escaparon del Motel Royal, lugar de concentración del equipo. Se trató de Fernando Villalobos, Raúl Corcio Zavaleta y Salvador Rocabruna. A ninguno de los tres se le permitió volver a vestir otra vez la camisa de la Selecta, aunque no se les prohibía jugar en sus respectivos clubes. Algo parecido a lo ocurrido con Rafael Burgos en la reciente Copa Oro, quien en Toronto se escapó de la concentración y fue visto por periodistas a la madrugada. Eso sí, a diferencia de los anteriores solo fue sancionado con tres meses en la Selecta.
Problemas hubo siempre. Otro caso muy sonado en su momento fue el de Miguel Montes, que en 2010 se le aplicó una sanción de un año sin jugar en la Selección por haber utilizado en un amistoso ante Guatemala -también en otros partidos anteriores- una indumentaria diferente a la Mitre de sus compañeros. Ante la presión de la marca, la Fesfut se vio obligada a tomar una medida drástica. Curiosamente en aquel momento, la afición estaba a favor de Montes -figura en las eliminatorias- y en contra de la medida de la federación.
Cheyo y el detonador
Además de la sanción de seis meses por participar en reuniones con amañadores, Eliseo Quintanilla estuvo otras dos veces castigado por temas de indisciplina. La primera, entre 2004 y 2006, en la gestión de Humberto Torres, por fuertes críticas a la junta directiva de aquel momento y no pudo jugar la eliminatoria para Alemania 2006. Incluso después, cuando todavía pesaba el castigo sobre él, declaró: “Deberían derrumbar el edificio de la Fesfut con todos los federativos adentro”. El castigo, al igual que en el caso Lizama, tenía vigencia mientras estuviera en el mandato la junta directiva de aquel momento.
Con el cambio de directiva, cuando asumió Rodrigo Calvo, volvió a ser convocado y fue pieza clave en el equipo de De los Cobos. La segunda de Cheyo fue en 2010, en la era Rugamas. Le dieron dos partidos locales y uno de Selecta por abandonar la concentración.
También en 2010, para la misma época, Fito Zelaya recibió la misma dosis (dos partidos locales y uno de Selecta) por su negativa a sumarse a la Selección a pesar de estar convocado para el juego contra Costa Rica en Ciudad Quesada. Un año antes, en 2009, Fito había recibido otra sanción, pero esta vez de la Uncaf, por el famoso escándalo de los jugadores que se hicieron los lesionados en Honduras. Fueron dos juegos de Selección, los mismos que tuvieron que pagar Juan José Gómez y Deris Umanzor, los otros dos “lesionados” de aquella bochornosa noche.
Pecados de juventud
Otro caso muy sonado fue el de Rudy Valencia, quien en 2013 decidió abandonar la concentración de la Selección porque, según él, no había buen ambiente. Pero no le avisó a nadie. Eso le costó 1,200 dólares (pagados en monedas de centavos), dos partidos en Alianza y ocho meses sin ser convocado a la Selecta.
En las selecciones menores también es bastante frecuente. Julio Martínez, en 2007 jugador de Metapán, dejó plantados a sus compañeros y cuerpo técnico que viajaban a Panamá a jugar el torneo preolímpico. Fueron seis meses sin Selección y cuatro partidos sin poder jugar para su club. En esa misma selección Sub-23, dirigida por Carlos De los Cobos, también fue castigado Christian Bautista, jugador del Águila, quien abandonó a la Selecta en la previa de un amistoso ante Guatemala y recibió dos partidos de sanción a pagar con el club migueleño.
En el preolímpico siguiente, el de 2012, los sancionados fueron cuatro: Irza Santos, Christopher Ramírez, Darwin Bonilla y Diego Chavarría. En la Fesfut los acusaban de haber metido mujeres al albergue, algo que prohíbe el código disciplinario. Ellos aducían que simplemente tomaron un carro y salieron a comer algo. “Después del partido contra Guatemala puedo decir que sí salimos, pero no a buscar prostitutas, sino algo de comer”, confesó Irza Santos. “Es que comimos temprano, 9:00 p.m., en el albergue, y tipo 11:00 ya teníamos hambre y salimos”, agregó.
Según Santos, en el lugar de comida rápida se encontraron con una amiga que les pidió conocer la Festut. “Estuvimos platicando con ella afuera en el parqueo (…) ella llegó hasta la sala, a lo mucho en los sillones”, comentó Santos.
La sanción fue de seis meses. Sin embargo, a los cuatro meses Diego Chavarría pidió perdón por escrito y consiguió que le indultaran: al final fue uno de los 20 que viajó al Preolímpico de Estados Unidos 2012.
Rebelión en la granja
En el pasado no tan reciente también hubo casos. Uno de ellos fue Mauricio Cienfuegos, que despotricó contra los miembros de la Fesfut en 1999 luego de que la Selecta fallara en una repesca que le impidió estar en la Copa de Oro. “Hay que agregar las faltas de respeto graves en contra de mi persona como presidente de la federación, y para el resto de los miembros de la dirigencia”, manifestó Juan Torres. Se le impuso un año de sanción, lo que le impedía jugar en cualquier equipo salvadoreño, incluida la selección. Como pertenecía al Galaxy, solo corrió para la Selección. Tiempo después firmaron la paz con Torres y se le levantó el castigo.
Cienfuegos también había sido uno de los líderes de una rebelión en 1988, cuando varios jugadores empezaron una especie de huelga en protesta por supuestos malos tratos del técnico Milovan Djoric. La Fesfut castigó por tiempo indeterminado a los líderes y llamó a jugadores jóvenes para reemplazarlos. La mayoría de los sancionados -entre ellos Jorge Ábrego y Mauricio Cienfuegos- tampoco pudo jugar con sus clubes durante un año
Cacho Meléndez, portero de aquella Selección, lo recuerda perfectamente: “No nos notificaron nada, pero no nos llamaron al siguiente partido de la Selección. Además, cuando fuimos a inscribirnos en nuestros equipos nos dijeron que estábamos castigados y no podían anotarnos. Yo estuve dos torneos sin jugar. Nosotros protestamos por los tratos de Milovan, por eso nos quejábamos. Alguien le dijo que éramos haraganes y entonces él se puso duro. Nos trataba mal, no nos daba permiso para ir a la universidad y hasta nos prohibió las pupusas. Recuerdo que a Cienfuegos lo hizo llorar de las cosas que le decía”.
También recibió un castigo William Chachagua, jugador en ese entonces del Maestranza, por abandonar la concentración de la Selección en tiempos de Miroslav Vukasinovic, en 1989. Al final, esa sanción motivó que Chachagua se fuera a trabajar en los Estados Unidos. “Yo veía que no me ponían nunca, que siempre era suplente y decidí irme del albergue, ¿para qué seguir? No le avisé a nadie, quizás ese fue mi error. Años después me volvieron a llamar”, recuerda hoy Chachagua.
Las Vacas Sagradas
Hay otro antecedente interesante, ocurrido en 1972, cuando diez jugadores de la Selección Nacional fueron sancionados luego de que estos hicieran una huelga al no ponerse de acuerdo en los viáticos por participar en el Mundial México 1970. Un grupo recibió castigo de un año (Salvador Mariona, Mon Martínez, Ruso Quintanilla y Tomás Pineda, entre otros) y otro de seis meses (Francisco Saldaña, Pato Valencia, etc.), pero en ambos casos no se les permitió jugar en sus clubes durante ese período. “Era una cuestión de los viáticos, no nos pusimos de acuerdo y al final sancionaron a 10”, recuerda Tomás Pineda.
Salvador Mariona tampoco se olvida del año que estuvo suspendido: “A los líderes nos dieron un año y a los otros, seis meses. Pero durante ese tiempo no podíamos jugar. Ahora leo y escucho que dicen que lo de Álvaro Lizama fue exagerado, no creo. Él podrá seguir jugando en su club y seguir cobrando. Lo nuestro fue mucho peor”.
El punto de discordia, el que generó la huelga, fueron los viáticos. “Normalmente nos daban 3 dólares por día, pero por tratarse del Mundial nos prometieron 5 dólares. Y al final solo nos dieron 3, nosotros reclamábamos esa diferencia, que serían unos 80 dólares, o menos… Los de la federación no querían pagarnos porque decían que usaron ese dinero para comprar las camisetas. Eso era mentira. Adidas nos había dado tacos y pantalonetas, ¿cómo creen que no nos iban a mandar camisetas? Lo que pasó es que las camisetas Adidas se las robó un federativo, eso lo denunció Raúl Magaña. Por eso al llegar a México mandaron a hacer unas de apuro”, explica Mariona.
Durante al año de castigo, Mariona se desempeñó como técnico del Alianza: “Por suerte tenía el carnet clase B y pude dirigir hasta que se acabara el castigo, pero había otros que no pudieron hacer nada durante ese tiempo”.