El calor en el Houston puede con cualquiera, menos con los aficionados salvadoreños, quienes con una enorme cerveza paleaban los 32 grados centígrados del intenso calor y el inmisericorde sol que comienza a caer después de las nueve de la noche.
En el primer partido, entre Canadá y Jamaica, el árbitro mandó a parar el partido a los 32 minutos para que los jugadores pudieran hidratarse. 32-32, ¿coincidencia? Quizá, pero Houston no sólo ardió por el amor de los cuscatlecos por Azul, la temperatura era para derretir a cualquiera.