¡Vieron que sí se puede!

Más allá del empate ante los ticos, la selección nacional mostró convicción y esbozó un estilo. ¡Qué ese funcionamiento no sea un espejismo!

descripción de la imagen

Jugadores salvadoreños previo al partido contra Costa Rica en el partido de Copa América en Houston. 

/ Foto Por AP

Por Manuel Cañadas | Twitter: @memecanadas

2015-07-12 4:30:00

No es como para cantar victoria, pero el empate logrado por la Selecta ante Costa Rica, le ha pintado una sonrisa al país futbolístico y hemos vuelto a saber de ese gozo que se apodera de nosotros cuando le jugamos de igual a igual a un equipo grande.

Como que si se tratara de un clima de resurección en expectativa de ventura y en olor de gracia; como una reconquista, una derrota a los presagios y a la mala suerte.

Por eso lo que vino al finalizar el partido fue una celebración, por la forma de jugar y no solamente por el resultado, que habiéndose logrado sobre el final, le puso tintes dramáticos.

Igualamos a Costa Rica, la más poderosa del istmo, apelando al temperamento, la voluntad, a nuestros propios principios futbolísticos y por sobre todo a la convicción de que tenemos argumentos con que plantarle cara a los fuertes de la región.

Viniendo de hacer un Mundial por demás brillante e histórico, los presagios apuntaban a que los ticos iban a ejercer un dominio abrumador, que sus llegadas iban a ser constantes y que nos meterían en el fondo mientras nos ilusionábamos con aguantar al máximo.

Pero la defensa se ve aplomada, no hay desesperación ni titubeos y a medida que pasan los minutos va asomando una personalidad inédita para controlar los ataques de Alvaro Saborío, Joe Campbell y Bryan Ruiz y, nos damos cuenta que las postas funcionan, que el agruparse para marcar en relevos es una buena salida y que encimar a los mejores hombres rivales además de incomodarles, los hacen caer en torpezas e imprecisiones.

Pero la consistencia del fondo hasta mitad de la cancha se va diluyendo cuando los volantes acuden machaconamente a lateralizar las jugadas, más por miedo a perder la pelota que a asegurarla, porque se arranca con buen traslado sin embargo a medida que se avanza no proponemos mucho a pesar de los espacios que se pueden crear.

Cuatro hombres metidos en el fondo, García, Mendoza, Molina y Larín, más el valioso concurso de Cerén y Menjívar le dan solidez. En el medio Alas y Álvarez se juntan con Punyed para buscar Irving Herrera quien juega muy solitario pero se las arregla para complicar a sus marcadores aprovechando los lanzamiento de Punyed y las diagonales de Arturo.

Y su esfuerzo funciona en un par de aproximaciones. El primer tiempo es para el asombro costarricense y para el nuestro, la frase “sí se puede” que baja de las gradas llega con ímpetu pero en el fondo tiene desesperanza, pues lleva inherente el recordatorio de que no hemos podido, menos en esa competencia.

En el segundo tiempo los ticos llegan vigorosos y desbordantes, y parece que se acerca la hora de defender y solo defender. Para colmo de males Bryan Ruiz nos vacuna en una desconcentración de Mendoza y parece que se nos viene la noche.

No obstante el orden se mantiene, Roca reacciona y manda el cambio aparentemente inexplicable de Rafael Burgos por Irving Herrera, y durante el último cuarto de hora tenemos severas imprecisiones en las que Costa Rica repite sus llegadas y en un par de veces llega al área con pelota dominada.

Derby Carrillo frustra el segundo gol en un dos ocasiones y le damos las gracias; pero cuando el partido está por expirar Arturo cobra una falta por la banda izquierda y Dustin Coreas que había llegado de refreso, hace un desvío para el empate.

La igualada ha llegado más por valores espirituales que técnicos, hemos sido premiados quizá con alguna generosidad pero con justicia. Lo azules se abrazan mientras desde las gradas baja el aliento de los Hermanos Lejanos.

Y protejidos por ese manto de afectividad y emotividad, concluye una jornada épica para esperar a Jamaica.

Más allá de las consideraciones y análisis, lo más importante es la nueva actitud mostrada, una selección que ha esbozado un estilo y que nos pone optimistas. Ojalá y no sea un espejismo.