Esta Selecta juega bien. Es la primera impresión que queda después de los dos primeros partidos en Copa Oro, donde tuvo momentos de buen fútbol, volumen de juego y se dominó a Canadá y Costa Rica.
Esta Selecta decae en el segundo tiempo. También es verdad. Es un déficit general de todo el equipo, físico y mental. La muestra es Arturo Álvarez, un talentoso que suele ser decisivo en la primera etapa pero que luego no brilla en su nivel. A pesar de ello puso un gran tiro libre para que dustin Corea marcara en el final ante los ticos el único tanto de la Selecta en el torneo.
A esta Selecta le falta gol. Claro, también está entre los deficiencias históricas de un equipo al que hace tiempo le cuesta marcar. Si el dominio territorial y de balón se queda solo en eso, no es productivo.
Esta Selecta ha mostrado sociedades útiles para su progreso. La “doble M” Mendoza y Molina se ha transformado en una pareja sólida y criteriosa en el fondo; Menjívar y Darwin se llevan cada vez mejor en la mitad de la cancha. Y la más importante: la que generan Punyed y Arturo cada vez que sintonizan la misma frecuencia. Si ellos están encendidos, las chances de la Selecta crecen enormemente. A intentar juntarse más.
Esta Selecta vuelve a ilusionar al país futbolero. Apoyada por multitudes en los estadios de Estados Unidos (por lejos, la Azul y el Tri mexicano son las mayores aficiones de la Copa) y por un país a través de la TV, el sueño de volver a creer renace. Y eso ya es una ganancia enorme para este golpeado deporte en el país.