Por su papá quiso ser portero. Carlos Margarito Morán confiesa que se inspiró en Carlos Alberto “el Cabo” Morán (de 72 años), quien defendió la portería de 11 Municipal, Atlante, Sonsonate e Independiente. Siguió sus pasos y por eso en el fútbol profesional fue llamado “Cabito”.
Su primer equipo fue el Atlético Tic Tack que militaba en la Liga Media (hoy Tercera División), equipo donde estuve tres años, luego pasó a Liga de Ascenso con el Maestranza, equipo donde también tuvo un período de tres años, pero su carrera pudo truncarse porque sufrió una lesión y cuenta que le extraían líquido de la cadera.
Por el vínculo militar entre Maestranza y Atlético Marte pasó al equipo de Liga Mayor (Primera), pero su paso fue corto y no pudo debutar.
Volvió a la Ascenso para fichar con Baygón, equipo que posteriormente se fusionaría con el ADET. Allí coincidió con el técnico nacional Omar “Vocho” Vásquez. Su amistad con él le sirvió para llegar a Luis Ángel Firpo para la temporada 1988/89. “Vocho” era el asistente del DT argentino Juan “el Brujo” Quartarone.
Margarito Morán contó que ese Firpo ya tenía jugadores que eran respetados en el medio “tenían tremendo cuadro con Cienfuegos, Marlon Menjívar, Toninho Dos Santos, “Chura” Gámez, Raúl Chamagua, Francisco “Gavilán” Funes. Llegué como tercer arquero y me dio una oportunidad Quartarone, arreglé con los señores Torres y fue mi mejor época y el mejor equipo en el que estuve, por el trato, humildad, nunca conocí un equipo como ese, nos hacían fiesta en Navidad, daban aguinaldo, prestaciones que no se ven en los equipos y el primer año que llegué Firpo fuimos campeones (1988/89)”.
En cinco años con los toros, logró tres títulos y un subcampeonato. No pudo ser parte del tricampeonato porque justo fue cedido al Cojutepeque, equipo donde estaban el panameño Percival Piggot, Saúl Jiménez y con él también se fueron de Firpo Miguel “Ardilla” Arévalo, Nelson “Zurdo” Rivera e Iván “el Diablo” Ruiz.
Estuvo con “los choriceros” en 1992/93 y 1993/94 pero al siguiente campeonato (1994/95, el del descenso cojutepecano) no estuvo porque no logró arreglar con el presidente Ricardo Padilla Pinto.
“Muchos nos quedamos sin jugar porque Padilla nos tuvo a prueba y al último día de inscripción condicionó con el pago del salario. Ese año me quedé sin jugar. Ya tenía mis 30 años. Mi último equipo fue Dragón, que ascendió para la temporada 1995/96. Ese equipo fue peor que Cojute en cuanto a lo económico e instalaciones, no encontrábamos dónde entrenar, nos tenían refundidos en una casa club que para ir a la tienda tenías que caminar un kilómetro, pensé aquí termino, no terminé ese torneo y colgué los guantes”, explicó.
Sobre esa transición del fútbol al retiro, así lo vivió: “No me costó porque ya veía que el fútbol había cambiado muchísimo en lo económico, en la Ascenso daban chance de trabajar y jugar, mientras en Primera no porque había que estar a tiempo completo. Me adapté a muchas cosas, a ser un poco más responsable con mi familia, porque cuando estás en el fútbol te descuidas muchísimo de tu familia. Mi exesposa dijo que esperaba que me retirara para estar juntos”.
Mientras jugó, confiesa que les tuvo respeto a dos jugadores en Primera División. “FAS tenía al uruguayo (Héctor) Cedrés, que le pegaba a la pelota como mula. Me marcó un golazo en Santa Ana. Y Limeño tuvo al defensa tico Martín Jiménez, a quien yo le tenía pánico por la potencia en sus tiros libres”.
¿Qué hace?
Trabaja en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, en la Colonia Atlacatl, desde hace 10 años en el área de transporte y bodega de medicinas y en su tiempo libre juega en el equipo Polígono Don Bosco de Codepre junto a excompañeros de profesión (William Chachagua, Juan Carlos “la Bruja” Panameño, Juan Carlos “la Pastilla” Melgar, Misael Rodríguez y “el Gallo” Zetino). Pero también juega en la Liga Máster con Luis Ángel Firpo junto a Carlos Castro Borja, Rafael Barrientos, Wílbert Martínez, Héctor Canjura, Guillermo Morán, Miguel Estrada, Guillermo García, entre otros.
Margarito Morán confesó que antes de trabajar para el ISSS, estuvo seis años en Industrias La Constancia, pero cuando sufrió un despido, se enfrentó a un problema que trunca a muchas personas en este país, el factor edad.
“Metí varios currículum y cuando veían mi edad no aplicaba a un puesto. Hubo un momento donde dije ‘no sirvo como trabajador, pero Dios me bendijo al enviar mis papeles al Seguro. Mi madre, que ya falleció, siempre fue mi ángel. Tenía 15 años de fallecida cuando me llamaron a trabajar y desde entonces sigo allí”, explicó Morán.