El salvadoreño prefiere una mentira piadosa a conocer la verdad. Insulta al que revela la verdad porque ésta siempre duele. Por eso el país no cambia.
Mentir y acusar a una persona de algo que no ha hecho es delito en cualquier lugar del mundo. Sin embargo, en El Salvador el mentiroso casi siempre es el modelo a seguir.
Las salidas nocturnas de Rafa Burgos no son nada nuevo en las concentraciones de la Selecta. Y no estoy diciendo que esto sea malo, aun cuando la Selecta jugaba ese mismo día.
El lunes por la noche fui testigo de algo que no buscaba ver, pero este oficio que amo me obliga a serle fiel, de la misma manera que pienso que los jugadores le son fieles a la Selecta y a la nación, y el cuerpo técnico responde al interés de los salvadoreños, es decir, también le es fiel a los salvadoreños.
Tras el escándalo de los amaños, que no es el caso, afición, periodistas y gente allegada al fútbol nos comprometimos a crear una selección que se alejara de cualquier vicio del pasado, pero parece que todavía no ha cambiado del todo.
Que un grupo de periodistas (cuatro salvadoreños y un aficionado que viajó desde Estados Unidos a ver el partido) se encuentren a un delantero de la Selección Nacional de su país a medianoche en el centro histórico de una ciudad es una situación a la que no le pondré nombre pero sí en el debate, y lo siento por aquellos que les gusta el silencio. Ni me puedo callar ni me van a callar.
No concibo a Lionel Messi saliendo a medianoche de la concentración de la Selección de Argentina, o a Clint Dempsey paseando como amateur, con permiso o no, en las calles próximas a su hotel en esta Copa Oro.
Como periodista quiero una Selecta limpia, y creo que en eso estamos, pero aún hay que afinar. De la misma manera que técnicos trabajan en lo técnico y táctico, la prensa debe aprender a decir la verdad, aunque esta duela. ¿O queremos seguir en lo mismo?.