Es el más extrovertido del grupo y posee una característica para destacar: nunca abandona su sonrisa. Job Suriano tiene 15 años y es uno de los integrantes de la natación de Olimpíadas Especiales El Salvador. Y el “alma” de la delegación nacional.
En octubre se sumó al programa para llegar al Mundial tras clasificar en juegos zonales y nacionales. A partir de ahí perfeccionó sus estilos para poder competir en el máximo nivel mundial. No era fácil. “Ya ha logrado nadar pecho y libre. Por su discapacidad, es un gran triunfo. Con eso, ya es campeón”, asegura Edgar Suriano, se entrenador que lleva el mismo apellido pero que no lo une ningún parentesco.
“Alegría, me junto con amigos”, se esfuerza en comunicar Job. Y se ríe a carcajadas cuando confiesa que lo que más le gusta de los Juegos de Los Ángeles “es la comida”. Cuenta que su mamá Luciana y su papá Ramón lo llevan a nadar todos los días. Nunca fallan. Y no olvida decir que es de “Soyapango y viajo en 7 D”.
Bien temprano, su fuerte voz es la primera que se escucha en las habitaciones de la Universidad USC, donde está alojada la delegación. “Buenos día, acá está Job”, repite ante el saludo de sus compañeros. Y estrena su sonrisa mañanera, esa que lo acompañará durante todo el día.