Pelota de trapo

Mario García Aldana es un eminente médico, apasionado además por las letras y el fútbol. A la fecha ha publicado cinco libros

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Foto Por edhdep

Por Manuel Cañadas | Twitter: @Memecanadas

2015-07-26 4:57:00

Es un profesional de la medicina, con una licenciatura en letras. Ha recorrido muchos países y siendo tan futbolero se ha empapado del movimiento del balón en los lugares a donde su profesión lo ha llevado.

A estas alturas, Mario García Aldana ha desarrollando una eminente carrera y, ha escrito cinco libros: El Barbero de Cojute, El Maestro Vásquez, biografía del doctor Luis Edmundo Vásquez; Anecdotario Médico Salvadoreño, Un Corazón en el Umbral, con retazos de su experiencia como médico forense y, Pelota de Trapo.

Este último alude a la película argentina del mismo nombre protagonizada por Armando Bo, en la que refleja la eterna ilusión del niño que sueña con llegar a ser un gran jugador y lo consigue. Nació en un cantón de Cojutepeque y al igual que el niño de la película jugó descalzo y con pelotas de trapo.

Por eso el lector que piense que en esos libros va a encontrar recetas para curar una enfermedad como que si se tratara de un vademecum se equivoca, porque el manejo que Mario da a sus escritos oscila entre la realidad y la fantasía, como testimonio de sus andanzas, donde también de manera subrepticia hace una una denuncia social, sin dejarse ganar por la ira. Era un cipote cuando Víctor Manuel Viejo Piche lo vio jugar y se lo trajo al Pipiles en donde alternó con Mauricio Manzano, y Daniel Sapo Corneo. 

Ya graduado fue el médico de cabecera de su querido maestro. Integró además el equipo del Instituto Wálter Deininger que ganó el campeonato colegial bajo la dirección de Ricardo Caite Macías. y militó en el Cuscatlán de su querido Cojute.

Pero sus estudios le truncaron el sueño de jugar en la Liga Mayor, luego le dio por estudiar letras y la tentación fue tan grande para que un futbolista de fantasías, juglar de la realidad y narrador con tan fino humor no se metiera a plasmar en el papel tan ricas y apasionantes historias.

Raúl Magaña lo llevó al Juventud Olímpica y gustosamente se dejó bajar, cuando le dijo que hiciera los recibos en una marqueta de hielo; luego lo aompañó al Alianza de manera que su sueño de entrar a las cancha equipado con tacos se desvió un poco, pues lo hizo con gabacha, maletín y hasta con una camilla.

En el libro narra cuando fue testigo de las dos despedidas de Pelé en el estadio Morumbí y el en el Maracaná, de cuando fue médico de la selección y quedaron varados en Buenos Aires luego de agotadora travesía. Cayeron ante San Lorenzo 0-2 y ahí tuvo el privilegio de conocer a Juan Carlos Lorenzo, al gran Helenio Herrera y al periodista colombiano Andres Salcedo.

También se conmovió al ver tiernas muestras de agradecimiento de dos salvadoreños por adopción que le hacían barra a la Selecta: Alcides Piccioni y Amado Abraham. Durante esos días caminó como nunca en aquella urbe y una noche se llevó a un teatro de variedades a su compañero de cuarto, Memito Cisneros, masajista querido por los jugadores, educado, servicial, tolerante pero enamorado y libidinoso que después de aquella noche quedó varios días en estado de éxtasis.

Después la selección fue a Córdoba para enfrentar al Talleres y posteriormente viajó a Lima donde empató a cero goles con el Universitario de Deportes y el Mágico González dio un recital aunque falló un penal. Para entonces el contratista, novato en esas lides había tirado la toalla y el equipo estaba a cargo del célebre Samuel Ratinoff.

Narra su paso por Barcelona cuando el sensacional equipo ganó la Champions en 2007 bajo la conducción de Ronaldinho; con su hija Toty tambien futbolera a morir siguieron el vehículo en que iban los jugadores hasta que ya no dió más. Toty continuó la marcha y acordaron reunirse más tarde en la plaza Cataluña.

Esos relatos llenos de tanto encanto pueden ser mayor comprendidos y disfrutados si se tiene cultura futbolera, pero más allá de su academicismo, Mario es un escritor de oficio, no por eso excento de disciplina, sensibilidad y apasionamiento por lo que escribe, donde aparece de manera recurrente y como parte señera su querido fútbol.