Y sí, todos vamos al baño. Todos, hasta Mirtha hace lo segundo. Claro, nos causa un poco de “cosa” dialogar sobre este tema, pero es así: no existe persona que no vaya al inodoro. Es más, para algunos es tan sagrado que hasta lo denominan “el trono”; y allí se reflexiona, se juega con el celular, se silba, canta, se lee el diario o un libro… o simplemente se deja la mente en blanco, si se puede. Incluso me lo imagino a Marcelo Bielsa y Carlos Bilardo ideando ensayos o tácticas sentados en ese lugar subestimado por muchos y sobrevalorado por otros. Algunos son rápidos y salen con aire renovado; otros tardan como media hora y parece que jugaron un partido ante el
Barça de Guardiola.
Todo puede pasar, y pasa en el retrete. De los aromas no pienso hablar, eso ya sí es de mal gusto, pero que suceden cosas, suceden. Y una anécdota de esas les quiero contar. Le sucedió a un amigo de un amigo (?).
Este amigo de mi amigo es periodista y estaba cubriendo la reciente Copa América que se disputó en Chile. La anécdota aconteció en el baño del centro de prensa lindante con el estadio Sausalito de Viña del Mar. Al colega amigo de un amigo lo llamó la naturaleza y tuvo que ir al retrete. Y sí, como a todos.
“¿Y usted cómo se gana la vida? ¿Ganar? ¡De casualidad estoy sacando un empate!”, Roberto Fontanarrosa.
Se sentó en el inodoro. No tenía un libro a mano y se puso a leer la factura que le dieron al mediodía cuando pagó el Barros Luco. Entonces ocurrió. En el recinto del lado se escuchó que alguien entró apurado. Evidentemente traía un paquete importante por despachar. El baño era grande, pero eligió el recinto del lado, hecho que incomodó al amigo de mi amigo. Realmente es incómodo ir a hacer ‘lo segundo’ y que al lado haya otro haciendo lo mismo. Y más si sólo lo separa una lámina de durlock y por abajo se ven las zapatillas. Bueno, lo cierto es que al vecino, mientras hacía lo suyo, le sonó el teléfono y atendió como si nada. Hubo un largo silencio. Hasta que empezó a hablar con un tono fuerte. Bien fuerte. El vecino del amigo de mi amigo, estaba saliendo al aire para una radio. Y era colombiano. Los cafeteros son unos fenómenos hablando, tiene un vocabulario excelente, aún haciendo su transmisión desde el retrete. Pero este periodista colombiano tenía algo guardado: una primicia.
Había provocado debates durante un par de días si ante Argentina el técnico José Pekerman iba a poner de titular a Radamel Falcao García. Era improbable que el DT sacara a la figura de su Selección, pero este vecino de baño del amigo de mi amigo tenía la información justa. “Y les adelanto, en exclusiva, que el ‘Tigre’ Falcao no será titular esta noche ante Argentina. Jackson Martínez será de la partida”, anunció. Minutos después saludó. Cortó el teléfono; y se escuchó el desagradable ruido de cuando alguien está usando el papel higiénico. Y se fue. El periodista amigo de mi amigo no podía creer lo que acababa de suceder. Terminó de hacer lo suyo. Se lavó las manos, por supuesto. Y rápido fue a buscar en su notebook la información. Nadie la había publicado aún. La primicia se confirmó dos horas después ya en el propio estadio Sausalito: Falcao fue suplente. El amigo de mi amigo sonreía cuando le tocó anunciar la formación para su medio. Él escuchó la primicia de parte de un vecino de retrete. Es que de todo puede suceder en un inodoro. Y ni hablar cuando hay escasez de papel, pero ese es tema para otro momento.