Una semana más y en el mismo lugar: sin técnico para la selección nacional. Siendo optimistas, puede ser una semana ganada a favor del proyecto de reconstrucción del fútbol nacional.
Ante la amenaza de repetir errores del pasado o el sistemático retroceso del fútbol salvadoreño, otra semana en espera no es mala noticia. Una semana para evitar elegir a cualquier técnico que se distancie de la necesidad nacional por cambiar las cosas.
El Salvador está a un paso de repetir decisiones para que se repita la historia, o a un paso de decisiones novedosas para que la historia se revierta.
Elegir técnico nacional ha sido un debate público de principios. De un lado, quieren a un técnico para ganar partidos y del otro, para formar un proyecto.
En el debate surgen las ideas, y en un medio carente de ideas, el debate es territorio ganado por la mediocridad. Dicen que en la mesa de las Federación existen “más de veinte currículos” de técnicos presuntamente capacitados para dirigir a la Selección Nacional.
Entre esa veintena de hojas de vida, al menos una podría trabajar en un proyecto que no incluya como meta llegar al Mundial de Rusia 2018.
Al menos un candidato pensaría que llegar a un Mundial es la consecuencia de un proyecto. No se puede ir pensando que ir al Mundial es por merecimiento y no por esfuerzo.
El economista Manuel Enrique Hinds dio en la tecla en una columna reciente: “La opereta del fútbol es producto de la misma mentalidad que alimenta la idea que tenemos los salvadoreños del desarrollo económico: algo que es natural que suceda sin ningún esfuerzo especial, algo que no se logra sino que se merece”.
La prioridad en la elección debe ser la reconversión de las formas de hacer fútbol en El Salvador. Cambiar el modelo, porque el actual ha fracasado. Así en el fútbol como en muchas otras áreas en el país.
No corresponde ir de prisa cuando la elección del técnico de la Selecta no supone la solución a los grandes problemas. De nada sirve actuar donde no acertaron dirigentes anteriores.
Si la obligación pasa por encontrar técnico, que la responsabilidad pase por encontrar uno que tenga la intención de construir, de mover la carreta hacia un proceso novedoso que promueva el crecimiento de las selecciones y, por consecuencia, la creación de una identidad de juego.
Sin proyecto, el fútbol queda expuesto al marcador final de un partido, algo tan caprichoso que hasta puede favorecer a quien no trabaja para conseguirlo.
Demandan resultados justamente quienes nunca dieron resultados en sus funciones. Los mismos que argumentan que los proyectos solo se sostienen si ganamos un partido de fútbol.
A ellos les diría que solo los proyectos sostenibles nos acercan a ganar partidos de fútbol. Si hay que esperar una semana más por el proyecto, se esperan una y mil más.