Es tiempo de llegar a un acuerdo

Una columna de Fernando Palomo

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Por Fernando Palomo | Twitter: @Palomo_ESPN

2015-08-16 8:13:00

Esperar algo distinto sólo podría estar sustentado en la esperanza de algún chispazo divino. Si nada distinto se ha hecho para que los resultados cambien, difícil que lleguen y no sean los mismos que internacionalmente han acompañado al fútbol nuestro durante… siempre. Esos resultados que acompañan ahora a la selección que merecidamente eliminó a la Sub-23 salvadoreña. El equipo de Panamá es un ejemplo de lo que se consigue cuando se trabaja por el crecimiento de las nuevas generaciones de futbolistas. 

Habría quien pensaba que “estos bichos” nos sacarían adelante. Que le pondrían “huevos” y clasificarían (disculpas por la grosería, pero hay que cosas que sólo por su nombre se entienden). Esto de “ponerle huevos” ya nos ha dejado con las ganas de clasificar en innumerables ocasiones. Refiérese a la capacidad de un jugador para mostrar coraje, arrojo, bravura. Ojalá que algún día se trabaje en cambiar la frase para que el resultado cambie. Poner fútbol es necesario y para esto hay que crear jugadores de fútbol. 

Panamá lo viene haciendo desde hace varios años. A nadie debe sorprender que un fútbol que ha asistido a cinco mundiales Sub-20 en los últimos 12 años supere al nuestro. La generación panameña que el sábado clasificó al Preolímpico de la Concacaf incluye a jugadores que estuvieron en el más reciente Mundial Sub-20, en el que empataron con Argentina en el primer partido, además de algunos que jugaron por el bronce panamericano en Toronto, cayendo al final ante Brasil en tiempo extra. 

Cierto que en El Salvador hay muchas otras prioridades por delante del deporte en la fila. Sin embargo, no se pueden esconder sus virtudes como agente formador y los beneficios de atender el deporte como pilar de la ecuación integral no debe quedar relegado como una de las cosas menos importantes. Solucionar la orfandad en la que se encuentra el deporte llegará, más temprano que tarde, a solventar como consecuencia el gran problema del fútbol. La incluso en estos momentos en los que la esperanza nacional naufraga, el deporte puede ser un vehículo para construir la paz y “lograr un cambio social”. Así reza en la Declaración Mundial del Deporte para el Desarrollo y la Paz. 

“El deporte proporciona un foro para aprender habilidades como la disciplina, la confianza y el liderazgo y enseña principios fundamentales como la tolerancia, la cooperación y el respeto” lee el resumen ejecutivo del documento. El acuerdo lo firmaron en 2014 el presidente del Comité Olímpico Internacional y el Secretario de Naciones Unidas. La solución de una sociedad cuyas fibras morales se resquebrajan pasa por fortalecerlas. El deporte ofrece un camino para hacerlo. Es una vía. Con mejores personas, crecerán mejores deportistas, en consecuencia, mejores futbolistas. El deporte merece mayor atención, al menos un intento. Nuestra sociedad merece un intento. 

De un fracaso más del fútbol recuerdo que no atender el deporte es un fracaso de la sociedad entera. Animados estaremos siempre que juegue la Selecta, pero de no cambiar las formas de hacer deporte, tampoco estaremos lejos de la sensación de vacío que llega al ver un proceso terminar antes de lo que reclama la ilusión. Cambiar depende del convencimiento de que “el deporte proporciona una avenida innovadora para comprometer a la sociedad civil dentro de las iniciativas de desarrollo”. Así lee el acuerdo entre el COI y la ONU. Es tiempo de generar un acuerdo nacional para el deporte.