¿Qué cuestionamos cuando cuestionamos a Messi?… Yo, debo confesarles, deformo una parte del himno nacional argentino. Desde cuarto grado a la fecha, hago que canto en la misma estrofa, pero balbuceo. Yo no critico a “Lio” por eso. Tal vez él se lo sabe entero, y yo me jacto de no hostigarlo por algo que supuestamente no sabe, cuando, en realidad, podría saberlo… Tal vez el chico no canta, simplemente, porque no quiere hacerlo.
Vos, seguramente, seguís ofendido porque de pibe abandonó Rosario, como “Fito” (risas), a cambio de un tratamiento que lo llevó a ser quien es, o sea lo que fue siempre, incluso antes del tratamiento. No existen pastillas para desarrollar talentos. Y si se fue a Europa, junto con su familia, fue porque debía hacerlo. De todos modos, siempre vuelve a su entrañable ciudad, ya sea en verano o en invierno. Buscalo en el mismo bar donde alguna vez sufrió un ataque artero. Un señor nadie lo agredió por la espalda, ofendido, porque el “Pulga” jugó para Newell’s y no por Central, el otro cuadro del pueblo…
A muchos los frustra el hecho de que en la Selección no hace ni un poco de lo que produce para el Barcelona. Allá, guía a su ballet hacia el cielo. Acá, arrastra a la tropa hasta el subsuelo del ardiente infierno. Messi pudo representar a España, la omnipotente formación que gobernó hasta ayer al planeta fútbol. Messi eligió la celeste y blanca. Exactamente lo mismo que vos habrías hecho.
¿Qué sería de nosotros si no juzgáramos? ¿Qué sería de mi oficio sin la histérica lupa que le apunta a todo? ¿Qué sería de este juego sin el juego de gritarnos lo que creemos saber?…
¿Conceder es sinónimo de perder? ¿Discutir es combatir, o sólo se trata de avanzar hacia una versión evolucionada de la idea primaria? ¿Qué cuestionamos cuando cuestionamos a Messi? ¿Probaron, alguna vez, observar sin juzgar, en silencio?…
Cuando usted saborea, estimado lector, al primer bocado del flan que cocina su abuela, ¿Se pone a calcular cuántos huevos utilizó la Doña para esa preparación, o se funde en la suntuosidad del postre y de los recuerdos?… Yo supongo que cuando usted se devora al flan, en vez de sugerir menos dulce de leche o reclamar más crema, se acerca hasta la señora, le acaricia la cara con ternura y le llena la frente de besos.
Si está de acuerdo con mi descripción, intente hacer lo mismo que vivencia con el flan cuando observa al gran Messi. Olvídese de la camiseta que el jovencito lleva puesta, de lo que medía cuando era pequeño, del país donde vive y del himno nacional argentino. Trascienda a la polémica circular. Y que no le importe si rinde más con “nosotros”, o lo hace mejor con “ellos”. Cuando se acomode de frente al televisor para disfrutar de Lionel, fúndase en la espectacularidad de su juego. Anímese a más. Súbase a la pelota. Vuele. Emborráchese, como los rivales del prodigio cuando intentan detenerlo. Notará que la experiencia es asombrosa. Bese en la frente a tanto prejuicio. Yo estoy seguro de que podrá hacerlo.
Es más. Aplique esta técnica diariamente en todas sus acciones. Viva su vida de la misma manera que saborea al flan de su abuela. Messi es el postre argentino del restaurante mundial. Cómaselo cada miércoles y cada domingo. Y si nombra esta columna, seguramente le harán un descuento.
¿Qué cuestionamos cuando cuestionamos a Messi?… Nada más, por favor. Un café (un flan, como el de mi abuela) y la cuenta, cantinero…