El voleibol corre en la sangre de la familia Mata. “Mi papá fue seleccionado de voleibol también, en los 60 y 70. Fue también entrenador de la selección y presidente de la Federación. Como siempre estuvo metido en el deporte, ahí me fui encarrilando yo”, explica Carlos Mata Ascoli, quien además vio desde pequeño cómo su abuelo también era un apasionado por el deporte de la red y los remates.
Fue natural que buscara el voleibol en el Círculo Deportivo Internacional, y luego su talento lo llevó al Palacio de los Deportes, donde a finales de los 80 comenzaba a formarse una de las últimas generaciones más destacadas de este deporte en el país, bajo el mando del entrenador chino Liu Shen.
Mata Ascoli jugaba de pasador, y se discutía el puesto de titular con Manuel Lozano, quien es ahora uno de sus grandes amigos.
“Yo comencé como juvenil en 1989, en un torneo C.A. en Panamá, en el que nos fue muy mal. Pero en 1991 hubo otro en Honduras y ahí salimos campeones”, recuerda con orgullo.
Luego, ya como seleccionado mayor, su primera experiencia fueron los Juegos Centroamericanos de 1990, en Tegucigalpa, Honduras. No lograron entrar al podio, pero el grupo comenzaba a crecer en calidad y a demostrar que tenía nivel como para hacer ruido en el área.
Para 1993, El Salvador fue sede del Campeonato Centroamericano Mayor, que se jugó en el María Auxiliadora.
“Ahí perdimos la final contra Panamá”, rememora Mata Ascoli, quien luego trae a cuenta quiénes eran sus compañeros en la cancha, entre otros: Manuel Lozano (quien fue presidente de la Federación de Voleibol en años recientes), Marvin Hernández, Juan Carlos “el Niño” Ramírez, Luis Rodríguez, Ulises Trujillo, Carlos “Gato” Amaya, Rafael “Tribi” Vargas y Roberto García (los dos anteriores fueron gerentes de la federación).
Esta generación de jugadores tenía un enorme compromiso con el voleibol y se fajaba en los entrenos. No era amor al dinero, sino al deporte.
“Por mi cuenta entrenaba todas las mañanas, y luego llegaba al Palacio y entrenaba de 5:00 p.m. de la tarde a 9:30 de la noche, de lunes a viernes. Y el fin de semana jugábamos en el campeonato nacional”, donde militó en el Tabcin.
Su última participación como seleccionado mayor fue en los Juegos C.A. realizados en el país en 1995, donde vivió la experiencia de ver al Palacio lleno de fanáticos del voleibol, “algo que solo he visto para una toma de posesión presidencial y una pelea del ‘Famoso’ Hernández”. Fueron terceros, sí. Pero ese recuerdo vale oro.
¿Qué hace?
Entrenar voleibol, ayudar en la empresa familiar, estudiar ingeniería industrial… el combo era complicado y comenzaba a hacer mella en las calificaciones del bachiller Carlos Mata. Después de los Juegos C.A. de 1995, llegó la dura decisión: Tuvo que abandonar el deporte y dedicarse a su carrera, hasta que se graduó en 1998 de una universidad en EE. UU., con especialización en asfalto.
Desde entonces, “soy gerente general de Asfaltos de Centroamérica (Asfalca), cuyo presidente es mi papá, Carlos Mata Trigueros. La empresa nació en 1978. Nos dedicamos al mantenimiento de carreteras en todo lo que es asfaltos, y producción de asfaltos modificados y emulsiones asfálticas. Concreto nada: nuestro lema es paviméntalo con asfalto (ríe). Es una empresa salvadoreña y operamos en Guatemala, Nicaragua, Honduras y aquí”, explica.
El gusanito del deporte no lo dejó del todo y se metió a practicar motoenduro en cuadrimoto, de 2005 a 2012. “Salí campeón varias veces, nos peleábamos el primer puesto con Alexis Gamero, que sigue siendo el campeón nacional”, comenta. Y también patrocina a dos equipos de la Escuela Alemana en el torneo nacional de voleibol de sala.
Como exseleccionado, considera que “en los años 60 y 70 hubo buenos resultados en voleibol… Siento que todas las federaciones, en general, tienen poco apoyo económico. El voleibol no subsistiría sin el apoyo de la empresa privada. ¿Buscar ser presidente? Mi padre lo fue… ya me lo han ofrecido, pero tengo poco tiempo. Sin embargo, ¡en el futuro quien quita!”.